Se ha dicho que los ángeles están en todos lados. Son descritos como seres que vienen a ayudarnos, enseñarnos y protegernos en tiempos de peligro. Para alguna gente que no conocía a Harry, él era tan sólo un ciudadano de la tercera edad. Para mí, él era un mentor, un buen oidor, pero sobre todo, mi amigo. Él siempre solía decir: "¿Cómo estás muchacho?" Siempre sería un muchacho para Harry, quien era lo suficientemente viejo para ser mi padre, pero yo le veía más como un abuelo que nunca conocí. Harry era bondadoso, paciente y un buen oidor.
Me pasó mucho de su conocimiento sobre fontanería en nuestras frecuentes pláticas y me inspiraba a confiar en las cosas que había aprendido de él y en el empleo.
Harry fue un hombre humilde. Solía quejarme cuando me habían pedido un día barrer el piso de la tienda, y Harry me dijo: "Muchacho, es parte del trabajo y, además, te están pagando". Él tomaba la escoba sin problemas y comenzaba a tararear.
Siempre me sorprendía cómo este gentil hombre podía transformar una tarea desagradable, en una oportunidad de aprendizaje para mí.
Harry también me ayudó a trabajar en uno de mis defectos de carácter: el falso orgullo. Nunca parecía permitir que las cosas pequeñas le molestasen. Me decía: "La vida es demasiado corta para eso"... Lo extrañaré.
Nunca menosprecies el amigo que Dios pone a tu lado, podría parecer un ángel, pero es un amigo, un regalo de Dios para aprender.
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