95 niños de distintas fundaciones estaban felices por su Día Inolvidable.
Rosangélica Conte
| DIAaDIA
Sus ojitos brillaban de emoción, no podían creer que dentro de pocos minutos cumplirían el sueño de su vida, montar un avión.
Los 95 niños, 55 de la Fundación Pide Un Deseo, 20 de la Fundación Niños Felices, 10 de la Escuela Emperatriz Taboada y 10 hijos de los colaboradores comenzaron su Día Inolvidable desde el momento en que pisaron el Aeropuerto Internacional de Tocumen y fueron recibidos por una calle de honor y un coro de villancicos que les dio un toque navideño a la actividad, que cumple 15 años de estarse realizando por los empleados de Copa.
A cada uno de los niños se les otorgó su boleto de viaje y cumplieron con todos los requisitos de cualquier pasajero, para poder viajar. Para ellos esto fue toda una aventura, ya que muchos de ellos ni siquiera habían pisado el aeropuerto. La mayor sorpresa se la llevaron cuando vieron los aviones de cerca, los pequeños estaban fascinados, no veían el momento de abordar.
Pero si ustedes creían que el miedo iba a invadir a estos minipasajeros, se equivocaron, las ganas eran más fuertes que todo. Es más, cuando se montaron en el avión, iban cantando villancicos.
Pero los niños no fueron los únicos que estaban desbordando de felicidad, el personal de Copa, que se prepara por todo un año para esta actividad, estaba complacido al ver que tanto esfuerzo valió la pena, la sonrisa de los pequeños fue su mejor paga.
EL MOMENTO ESPERADO
Hermosos se veían todos los pequeños con sus suéteres rojos, todos en fila, ubicando su puesto en el avión, con ansias de llegar a su destino, un lugar maravilloso al que denominaron el "Mundo Feliz".
Por un espacio de 45 minutos, el piloto los paseó por el Canal de Panamá hasta llegar a Santiago de Veraguas. En el trayecto sólo se escuchaban los gritos: "¡mira una vaca!", "¡ahí vivo yo!" o "¡nos vamos a chocar con las nubes!"; todos querían asomarse por la ventana para ver más de cerca, las bellezas de nuestro país.
No faltó quienes se marearan, me incluyo entre esos; la verdad los niños fueron más valientes, ya que más nos sucedió a los adultos.
Luego de tanto volar, aterrizamos en el Mundo Feliz, uno de los hangares del viejo aeropuerto, que fue arreglado para brindarles una gran fiesta a los niños. Los agasajados eran recibidos por Santa Claus y su esposa, quienes les daban la bienvenida a un mundo donde el único requisito era ser felices. ¡Ahh! Se nos olvidaba contarles que Manuel de Jesús y Rolando Sterling también vivieron su día feliz, ya que estaban supercontentos compartiendo con los pequeños.