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HEURÍSTICO
¿Es posible el amor?

David Robinson | Colaborador

"Si los árboles
mueren de amores,
¡triste de mí!
Qué harán los hombres,
que tienen tiernos los corazones." Fernando Alonso

¿Es posible el amor entre un hombre y una mujer? ¿Entre hermanitos? ¿Entre los niños y sus mascotas? No creo que sea difícil contestar afirmativamente. Sin embargo, ¿Es posible que un árbol se enamoré de una niña? ¡Qué mundo más idílico sería si eso fuese posible! Pero, ¿es posible?

El amor es posible aunque sea doloroso. Sí, sí es posible que un hombre cruce el mar por ver el rostro de la amada, también que esa amada lo abandone todo por ir detrás de quien se aventuró entre las olas por verla a ella. Es posible que de ese encuentro permanente nazcan niños y niñas bien amados. ¡Y que de allí en adelante papá y mamá se dediquen a cuidar, alimentar y proveer a los niños y niñas frutos de su amor! Y que a pesar del trabajo no siempre valorado, papá y mamá se sientan satisfechos con la labor realizada.

¿Y todo este discurso romántico qué tiene que ver con que un árbol esté enamorado de una niña? No sé, pero estoy entendiendo y comprendiendo, que la naturaleza, incluyendo los árboles, se comportan como papá y mamá. Nada más pensemos en la cantidad de oxígeno que los bosques del planeta liberan a la atmósfera. ¡Y es gratis todavía!

Quizá, ante el inminente desastre ecológico que se nos viene encima, desastre que ya tiene muchas décadas de estar anunciándose, el primer paso sea asumir que la naturaleza nos ama. Asumir su amor. Corresponderlo. Serle recíproco. Eso es lo mínimo que hacemos con quienes nos aman, ¿o no es así?

Si no hemos aprendido a ser receptivos y positivos al amor que nos brindan nuestros prójimos, mal podemos hablar de salvar a las selvas y es que la conservación del planeta es un acto de amor. No es economía ni biología ni campismo ni terapia ocupacional. Cuidar el mundo es amarlo.

Al final, todo se reduce a amar la vida. No sólo la mía, no sólo la de mis próximos. Es amar la vida. Y amar es respetar, cuidar y dejar ser. Las cosas están así: o amamos o perecemos.





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