Preso en una cuna
Lastimosamente el padre de Ernesto se olvidó de su responsabilidad.

Diamar Díaz Nieto | DIAaDIA

Su destino pudo ser otro, pero una fiebre le robó su salud. De este hecho ya han pasado tres lustros, tiempo en el que sólo se hablaba de los estragos que causó la invasión.

Como si fuera un ring de boxeo, Ernesto Marcel ve el mundo tras las rejas de su cuna, y aunque tiene quince años, posee el tamaño de un chico de cinco, producto de la parálisis cerebral con la que vive.

Su abuela, la señora Mercedes Baloy, comentó que Ernesto no come por la boca, sino a través de un tubo que tiene incrustado en su estómago. A través de ese conducto recibe unas leches especiales que resultan muy caras.

La abnegada abuela admitió que ni ella ni la madre del pequeño, la señora Mercedes Pérez, cuentan con empleo desde hace más de dos años. El sustento les llega de la venta de pescado frito que ella hace todos los fines de semana. Hace sólo quince días estuvo hospitalizado porque se agravó, y actualmente presenta una infección en la piel, que no han podido combatir. Esta joven que reside en el sector de Brooklincito, en el corregimiento de Curundú, necesita de mucha ayuda. Doña Mercedes resaltó que el doctor que atiende a Ernesto les dijo que el chico necesita de un aire acondicionado y de un cuarto adaptado a sus necesidades, pero que el lograr estos cambios se les hace imposible, sobre todo por la falta de recursos económicos.

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