Cuando esté vieja y me duela todo, lo único que te pido hijo mío es que no me abandones en la soledad de un triste y frío cuarto. Con ese deseo se quedaron las ancianitas del Hogar Bolívar al acercarse el Día de las Madres y no tener el calor de una familia.
Estas nobles y bellas madres sienten que el esfuerzo que hicieron por criar a sus hijos no fue en vano, porque a pesar de que sus retoños las han olvidado, ellas aún recuerdan con amor a sus hijos y la batalla que libraron, donde la única arma que poseían era sus manos, esas mismas manos arrugadas y suaves que hoy claman por sentir un fuerte apretón o que hay alguien en este mundo que les profesa un poco de cariño.
Cada una de estas señoras tiene una historia diferente, pero con un mismo denominador común: el abandono y el olvido al que las han sometido los seres que ellas más aman y por el cual darían la vida: sus hijos.
"Aunque sea quiero un pedazo de pavo, jamón y un roscón para sentir el espíritu de la Navidad", comentó a DIAaDIA la señora Ángela, quien ya lleva dos años en el hogar de ancianos. "Yo cumplí la misión que Dios me encargó cuando me dio el regalo más bello que toda mujer desea: ser mamá. Saqué a mi hijo adelante, lo críe y lo hice un hombre de bien, hoy día él se encuentra en los Estados Unidos y nunca me viene a ver. "No es justo que cuando llegamos a viejas nos abandonen así", dijo.
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