Otra vez, alejaré mi pluma de los asuntos deportivos, pero ahora será por algo tan especial, como lo es el Día de las Madres.
Las madres, esos seres especiales, dadores de vida y creadores de sueños, son verdaderas fieras que luchan contra todo por sus hijos.
En este día tan especial, recuerdo mucho a mi madre, María Del Carmen Osorio, quien es dueña de cada uno de mis días y cada uno de los pasos que yo doy en este planeta.
Mi madre, como auxiliar de enfermería, tenía turnos rotativos y recuerdo que los turnos, de 11 de la noche a 7 de la mañana, eran una pesadilla. Lloraba sin cesar, pensando en que mi madre se iría y no regresaría.
Esta gran mujer supo criar a tres hombres de bien, a mis dos hermanos y a mí. A pesar de ser un matriarcado, siempre reinó con mano de seda y puño de acero, pero gracias a eso, cuando me siento a conversar con mis hermanos, coincidimos en que somos lo que somos por la crianza de la vieja.
También recuerdo el día que salí a hacer mis pruebas en la Universidad de Panamá. Mi madre creía que regresaría convertido en un gran médico veterinario; pero, para sorpresa de ella, terminé siendo un periodista. ¡Periodista!, gritó sorprendida cuando le dije que escogí comunicación social e iba a ser periodista.
Pero madre es madre, y en estos momentos, ella se siente orgullosa de su periodista, y algo sí les puedo asegurar señores, ella es la fanática número uno de mis escritos. En la casa de Doña María, les aseguro que DIAaDIA es lectura obligada.
Mi mamá ya es jubilada, aún no cree que su pequeño "BB", como me llama, se haya ido de su lado; pero algo sí viejita, eres una mujer moldeada en oro puro. Estamos un poco lejos, pero siempre la tengo en mi corazón y en mi pensamiento.
Por eso, en el Día de las Madres, les envío felicidades adelantadas a todas esas mujeres que luchan día a día, para que sus hijos sean grandes ciudadanos.
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