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Carencia de amor
Los niños que carecen de amor pierden interés en la escuela y sufren depresión. (Foto: cortesia / EPASA)

Dr. Denis Cardoze | Psiquiatra de niños y adolescentes
Muchos niños vienen al mundo en medio de un crudo invierno afectivo que no parece tener fin.

Crecen y se desarrollan bajo cero. Se les alimenta, se les viste, se les manda a la escuela y se les paga la consulta médica cuando se enferman, pero se les tolera y nada más.

Son pocos los adultos que aceptan que no quieren a sus hijos o a uno de ellos, lo cual se comprende porque el hecho les pasa desapercibido a ellos mismos, y cuando creen estar dando muestras de afecto, en realidad lo que creen es amor, es la cobertura de las necesidades materiales del niño o simplemente una obligación que se cumple. Los hay también, más los padres que las madres, que tienen la convicción de que a los hijos varones no se les debe dar muestras de cariño porque es más propio de niñas. Esta convicción puede ser cierta, pero puede también ocultar un rechazo más o menos consciente del hijo.

Para otros padres disciplina y afecto son dos conceptos incompatibles, y piensan que criar hijos con mucho amor es peligroso porque después «hacen lo que quieren», lo que refleja un grado importante de ignorancia en esta materia. La carencia de afecto hacia los hijos tiene repercusiones en el rendimiento y la conducta en la escuela.

Se encuentra este antecedente más frecuentemente en los estudiantes con bajas calificaciones o malas conductas que entre

LOS ESTUDIOSOS Y EXITOSOS.

Los padres que no dan cariño o muestras de afecto a sus hijos han sido llamados «padres refrigeradores» para resaltar el clima de frialdad afectiva que reina en sus hogares, donde por lo demás, todo parece funcionar «bien», aunque no pocas veces, y especialmente en las clases pobres, este tipo de paternidad se acompaña de conflictos familiares muy serios.

La afectividad, aparte de ser una disposición de amor hacia otro, se demuestra con hechos.

Cuando un adulto dice querer a sus hijos pero que no se los demuestra a menudo, el problema es que este «amor inconfesado» no se le llega a revelar nunca al hijo, y por el contrario, sí las muestras de rechazo o los castigos. Los gestos afectuosos, la actitud acogedora, el saber estar uno junto al otro transmitiendo calor humano, la conversación sincera y amena entre padres e hijos, faltan casi por completo en esos hogares invernales.

La falta de interés por ocuparse de sus deberes escolares por parte de esos padres refrigeradores también es un factor que agrava el estado de desánimo del menor. Así pues, rebeldía, desmoralización, depresión y ausencia de supervisión académica, son formas a través de las cuales se produce el fracaso escolar en los niños y adolescentes no queridos. Cuando solamente uno de los padres no es afectuoso y el otro trata de compensar esta deficiencia, no siempre lo logra siendo los resultados parecidos a cuando el desamor es de parte de ambos.





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