Damaris acompaña a Amir a todas sus citas médicas. (Foto: Erick Marciscano / EPASa)
Milagros Murillo F.
| DIAaDIA
En la sala de espera del Hospital Oncológico Nacional encontramos a la señora Damaris González, que con una mirada perdida esperaba que le realizaran un examen cerebral (CAD) a su nieto Amir, a quien a sus 17 años se le detectó un tumor en la parte media del cerebro llamado Pinealoma.
Este jovencito es enfático al decir que Damaris es su mamá, pues desde que nació así ha sido. "Mi única mamá es Damaris", afirma el joven, quien no se le despega ni por un momento, mientras a ella se le aguan los ojos, lo mira y sonríe.
Ellos viven en Cerro Silvestre de Arraiján. Sus vidas no han sido nada fácil y con la enfermedad de Amir ha sido peor, pero la fe en Dios no los deja decaer.
La señora Damaris tuvo cuatro hijos y con Amir y su hermano, de 14 años, suman seis, pero las lágrimas corrieron por sus mejillas al recordar que el pasado 20 de octubre, mientras regresaba con Amir de una cita médica, encontró a su hija de 32 años sin vida. Ella sufría de ataques epilépticos y tuvo una complicación mortal.
Ella está pendiente de todos los detalles de Amir y su hermano, razón por la que se desvela en las noches cuando los dolores de cabeza se hacen intensos y lo acompaña a cada cita médica. Este muchacho, que ya no asiste a la escuela, no se puede quedar solo, por lo que Damaris no puede trabajar.
Y es que antes de que le detectaran el tumor a su nieto, (14 de octubre), ella quedó sin trabajo, porque la empresa donde trabajaba cerró sus puertas.
"Dios me suple", fue su respuesta cuando se le interrogó cómo subsistían. "Él me manda bendiciones siempre, cuando yo menos lo espero llega alguien a la casa y me da algo", relató esta madre que sólo le pide a Dios que le de fuerzas para salir con sus nietos adelante y que la salud de Amir mejore, siendo este el mejor regalo de su vida.