Mujeres que valen.

Amor de madre


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Con toda la ternura del mundo, Iris ama a sus hijos y está orgullosa de su labor.

  • Amor de madre

    Con toda la ternura del mundo, Iris ama a sus hijos y está orgullosa de su labor.

  • Amor de madre

    Ser madre es lo mejor que le ha pasado.

  • Amor de madre

    Para Teresa sus hijos son su mayor bendición.

  • Amor de madre

    Teresa dice que amarlos es su misión.

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    Con toda la ternura del mundo, Iris ama a sus hijos y está orgullosa de su labor.

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    Ser madre es lo mejor que le ha pasado.

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    Para Teresa sus hijos son su mayor bendición.

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    Teresa dice que amarlos es su misión.

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    Con toda la ternura del mundo, Iris ama a sus hijos y está orgullosa de su labor.

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    Ser madre es lo mejor que le ha pasado.

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    Para Teresa sus hijos son su mayor bendición.

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    Teresa dice que amarlos es su misión.

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    Con toda la ternura del mundo, Iris ama a sus hijos y está orgullosa de su labor.

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    Para Teresa sus hijos son su mayor bendición.

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    Teresa dice que amarlos es su misión.

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    Con toda la ternura del mundo, Iris ama a sus hijos y está orgullosa de su labor.

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    Para Teresa sus hijos son su mayor bendición.

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    Teresa dice que amarlos es su misión.

Roxana Palacio - DIAaDIA

Hoy, Día de la Madre, DIAaDIA le rinde homenaje a aquellas mujeres que luchan por sacar a sus hijos adelante y a quienes con mucho amor cuidan y educan a los hijos que nunca tuvieron, pero que las reconocen como “mamá”.

¡Con mucho amor!

Iris Domínguez está orgullosa de sus nueve hijos, que desde hace 13 años cría, y aunque no son fruto de su vientre, los ama y los reconoce como sus pequeños tesoros. Ella es una de las madres voluntarias de las Aldeas Infantiles SOS, quien tomó este compromiso por amor a los niños más necesitados. Sentada en el portal de su casa, con la emoción a flor de piel y ojos enjugados de lágrimas de alegría, mientras recibía besos de una de sus hijas, expresó convencida que “madre no es quien pare, madre es quien cría y forma con amor hijos de bien, y yo estoy orgullosa de esta misión que me encomendó Dios”.

Para Iris, esto es lo mejor que le ha pasado, pues solamente el hecho de que esos niños la llamen mamá, es motivo de alegría. Esta mujer, de 38 años, lleva la responsabilidad como cualquier madre, de levantar a los chicos, prepararles desayuno, limpiar, hacer supermercado, estudiar con ellos y salir a pasear.

No hay duda de que una de las satisfacciones más hermosas que ha vivido durante este tiempo, ha sido llenar de amor el vacío de estos niños, que vienen de hogares destruidos, de casas en las que los padres simplemente no han cumplido con su labor, de moradas llenas de violencia y maltrato.

Iris se sienta todas las noches en la sala con sus nueve hijos, y rezan para pedirle a Dios que los mantenga siempre unidos. Aunque sabe que no los tendrá para toda la vida, se llevará el recuerdo de lo que hizo para formarlos y de haberlos protegido.

Cuenta que una de sus hijas de 10 años, a la que tuvo desde que tenía seis, le preguntaba en las noches: “¿Mamá, por qué mi mamá verdadera no me quiere? ¿Por qué no me llama por lo menos para saber cómo estoy? Ella con tristeza, pero con amor, le decía y le sigue diciendo que espere, que algún día lo hará, que solo rece para que Dios la guarde.

Y es que a las Aldeas Infantiles SOS los niños llegan carentes de amor, de afecto; golpeados, por eso todas las noches les da un beso en la frente a todos y les da la bendición, dijo Iris. “Un hijo es una bendición de Dios; enseñarles valores, darles todo el amor y que se sientan seguros, para mí es algo sagrado; por eso cumplo con esta hermosa misión”.

Más que madre y educadora, Teresa Sánchez es otra de las madres sustitutas de las Aldeas, quien admite que esta labor no es fácil, pero es totalmente gratificante, pues para ella es lo mejor que le ha pasado en la vida, ya que a diferencia de otras madres, ella no tiene hijos biológicos.

Desde hace 13 años lleva con mucho orgullo el título de madre, pues sus nueve hijos también la adoran y la respetan como tal. ”No basta con decirlo, me gustan los niños, es un compromiso, nuestro lado más humano, es como se les educa, la paciencia y sobre todo el amor que se les da”, y con estas palabras, mediante un fuerte abrazo los chicos le dijeron: “Gracias mamá, te amamos”.

“Solo Dios te da esa guía para apoyarlos, para comprenderlos, para aún sabiendo que no son fruto de nuestro vientre, poder llegar a amarlos tanto o más como lo haría una madre biológica”, dijo Teresa, quien asegura que se enamoró de ellos desde la primera vez que los tuvo cerca. “Y aún después de que ya no estén conmigo seguirán siendo mis hijos”, confesó con orgullo.

 
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