El amor es más fuerte que la muerte, sobre todo si es el que se profesa por una madre ausente.
Centenares de personas se acercaron a los diferentes cementerios para ofrecerles flores y una oración a las tumbas de sus progenitoras.
El señor Isaac Rodríguez sabe lo que es la nostalgia de ya no poderle decir en vida un te quiero, por eso, como un significativo regalo le coloca flores rojas a su lápida.
Contó que su mamá, la profesora Rosa de Rodríguez, era adorada por sus alumnos de la escuela Profesional, y por supuesto por él. Señaló que en el lugar donde descansan sus restos también se encuentra enterrado su padre.
Quien conoce este sentimiento es la señora Gloria de Farrugia, que dice que ya los días de la madre no son iguales; sin embargo, resaltó que siempre la recordará como la dama de temperamento alegre que fue, amante de bailes, entre ellos los pasillos.
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