No quieren desaparecer


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Los ngöbes y buglés realizando labores de construcción.

  • No quieren desaparecer

    Los ngöbes y buglés realizando labores de construcción.

  • No quieren desaparecer

    Confeccionan sus vestidos.

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    Confeccionan sus vestidos.

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    Confeccionan sus vestidos.

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    Confeccionan sus vestidos.

Karol De Gracia / Chiriquí - DIAaDIA

Al igual que muchos campesinos, los indígenas ngäbes y buglés vinieron desde el oriente de la provincia chiricana a Barú, en busca de trabajo y sustento para sus familias.

En estas tierras baruenses encontraron viviendas dignas, escuela para sus hijos y un empleo permanente.

Gracias a su perseverancia, muchos de los indígenas han educado a su familia con resultados tan buenos, que sus hijos se gradúan de carreras universitarias con excelentes calificaciones, integrándose a la fuerza laboral del país para luego demostrar gran entrega y profesionalismo.

Cuando se inició el Sindicato de Trabajadores en 1960, el mismo fue organizado y liderado por dirigentes indígenas, y llegó a ser una de las organizaciones más sólidas y beligerantes del país.

Sin embargo, a raíz del retiro de la empresa bananera, muchos de estos indígenas ngäbes se han quedado sin empleo en los momentos en que la avanzada edad ha llegado a sus vidas, y sin más oficio aprendido que la agricultura.

Conservan todavía sus costumbres y tradiciones, pero sus problemas económicos han regresado, ya que ahora muchos han tenido que volver a sus lugares de origen, como el oriente de la provincia chiricana o sencillamente alguna lejana montaña.

Referirse a los indígenas en el distrito de Barú, significa hablar de los lugareños y sus raíces, ya que la mayoría de las personas en este distrito tiene descendencia aborigen. Aún conservan el cabello lacio (cholo), el color cobrizo de la piel, y hasta algunas palabras de su dialecto son ampliamente conocidas (ñagare, meri, brare, entre otras).

La población indígena en Barú aporta día a día su trabajo, historia y cultura. En este sector de nuestro país no se ven aborígenes con sus niños pidiendo limosna en las calles. Son trabajadores, educados y muy sociables.

Por otro lado, muchos de ellos se han integrado a iglesias de diferentes denominaciones, dejando atrás el alcoholismo y otras tradiciones características de su cultura.

Actualmente, la población indígena en Barú sigue organizándose por su bienestar como etnia autóctona de nuestro país y se están enfocando en no desaparecer como grupo humano. Sus tradiciones, costumbres, vestimenta y comida han cambiado tras el paso de los años. Los jóvenes ya no quieren vestirse como sus ancestros y son pocos los que confeccionan sus artesanías características, y en muchos casos hasta olvidan su dialecto.

Macario Caballero Samaniego, residente de Finca Jobito, en el corregimiento Rodoldo Aguilar Delgado, manifestó: “Nací en la comarca Ngäbe-Buglé; me vine para acá porque la escuela estaba cerca para los muchachos. Tengo 26 años de vivir aquí. Cuento con seis hijos, una que es profesora de inglés; durante el tiempo de la empresa podía darle lo suficiente que necesitaban mis hijos. Ahora es más difícil cumplir con mis hijos por la situación que hay”.

En tanto, María Jirón, presidenta del comité Ngäbe-Buglé, dijo: “Vivía en la comarca; me vine para acá cuando tenía doce años. En ese tiempo había más empleo; ahora no es lo mismo, es más difícil conseguir las cosas; nosotras mismas compramos las telas para hacer nuestra nagua y chácaras. Practicamos el “gegui”. Algunos de nuestro grupo ya no conservan las costumbres, sobre todo los más nuevos. Los niños no hablan nuestro dialecto; la gran mayoría aprende español por la escuela y los compañeros; tengo más de veinte años de residir aquí”.

 
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