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HEURÍSTICO
Mi complaciente novia

David Robinson | DIAaDIA
"El camino fácil, para la bajada cuesta más."

Mi novia, mi queridísima novia. Ella es tan complaciente. Con sus sobrinos y sobrinas, claro está. Conmigo no. Al contrario. ¡Yo pago por sufrir! Porque a cada fiesta hay que llevar regalo y como los dos somos profesionales bien pagados, tenemos que llevar uno que represente nuestro estatus. Y ese estatus lo sostengo con mi salario. Ella, mi muy benévola novia, se hace la soviética y nunca pone un real. Pero eso sí, ella decide en qué almacén se compra el presente.

Dentro de unos días llegan las fiestas de fin de año. Mi muy previsora noviecita ya dio los abonos mínimos para separar los regalos de su tropa de sobrinos. Tengo la ligera sospecha que el grueso de la deuda voy a tener que asumirla yo. Ayer me preguntó sobre los cargos que ya tiene mi tarjeta de crédito. Mi tarjeta de crédito, la mía, no la de ella.

Hoy, un pensamiento solitario asalta una y otra vez mi mente. Si durante toda mi vida he sido un hombre responsablemente irresponsable, ¿por qué ahora tengo que convertirme en un cómplice irresponsablemente responsable del absurdo de comprar cariño con regalos?

A todos los sobrinos y sobrinas de mi novia les cantan su cumpleaños, les compran obsequios el día de San Valentín y vestidos para la noche de brujas, y los hartan como cerdos en Navidad y Año Nuevo. Pero no recuerdo ver a las hermanas y hermanos de mi noviecita conversar con sus hijos e hijas. Es más, en las fiestas cada generación celebra en su esquina de la casa.

Estoy comenzando a creer que tengo que tomar medidas. Drásticas medidas. No puedo seguir así. Debo regresar al camino. Al buen camino. El camino de los responsablemente irresponsables. Me va a salir más barato cambiar de novia, que seguir con la que tengo. Sólo espero que ella haya ahorrado lo suficiente, como para pagar las deudas que le van a caer en enero.





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