Todo el encanto que envuelve a la que dicen que todavía es la mejor liga del mundo -y a la que aún pertenece el Levante- saltó ayer por los aires. Reynaldo Anderson, un desconocido para el fútbol de máximo nivel, ya puede presumir de haber jugado con la primera plantilla levantinista, aunque se tratara de un enfrentamiento amistoso contra el filial. El espigado (calza un 47,5 de botas) y joven (21 años) central panameño fue la anécdota del entrenamiento y lo será durante los próximos días, hasta que o bien De Biasi o algún técnico del club eche mano de la lógica y dicte sentencia.

Lo mejor de la curiosa puesta en escena de Reynaldo es que ni el mismo club le ha mencionado en ningún momento ni de pasada, pese a que ayer (lunes) participara con los suplentes en ese choque de 45 minutos ante el Levante B. El mismo silencio que tiene la entidad mantienen los miembros de la Secretaría Técnica, que prefieren pasar de puntillas ante este sorprendente marrón. Reynaldo actuó en su puesto de central, por la derecha, haciendo pareja con Robusté, al que De Biasi tiene marginado.

De larga zancada, el panameño resolvió el poco trabajo que tuvo sin problemas, cometió tres faltas innecesarias y en una acción defensiva fácil no quiso complicarse la vida y le pegó un fuerte patadón al balón mandándolo a los algarrobos. De Biasi sólo lo observó durante los últimos 10 minutos de partido. Luego, su ayudante, realizó con el jugador algunos ejercicios básicos. Ahí se acabó el primer capítulo de esta sorprendente historia, propia del Levante.

REPRESENTANTE

A Reynaldo lo trajo al Levante un ex consejero metido en labores de representante.