Unos 1,349 baruenses aprendieron a leer y escribir en siete semanas. Estuvieron jóvenes, amas de casa, obreros y adultos mayores.
José Antonio Contreras sufrió un accidente que le impidió continuar sus estudios y vio en el proyecto de alfabetización la oportunidad de resolver un problema, que por años había representado para su vida una piedra en el camino.
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