La motricidad fina comprende todas aquellas actividades o movimientos con un nivel más alto de coordinación, más precisión y más complejas del desarrollo motor de los niños.
Todo eso depende de un adecuado desarrollo neuromotriz, ya que requiere un aprendizaje largo para su adquisición y para poder realizar una serie de tareas con unos resultados adecuados.
La primera participación de la motricidad fina en los bebés se observa entre los 0-2 meses de nacido a través de uno de los reflejos primitivos, que es el “agarre de prensión”, cuando el niño responde cerrando la mano de forma abrupta cuando es estimulado en la palma de la mano.
Entre los 4-8 meses, el reflejo de prensión se debilita y el niño comienza a agarrar objetos voluntariamente y con mayor facilidad utilizando un agarre de tipo cubital, palmar y apretada, toma objetos como cubos, cascabeles y pelotas. Intenta agarrar objetos en la línea media.
De los 8-12 meses se observa una maduración en las pinzas para tomar objetos pequeños, pasa objetos de una mano a la otra, usa ambas manos para tomar y sostener objetos grandes, suelta los objetos en forma voluntaria, aunque mal controlado, le gusta lanzar, pegar con los objetos y botarlo, aún no demuestra preferencia manual.