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ENTRE NOS
¡Aprenderé a vencer!

Elizabeth Muñoz de Lao | DIAaDIA

Creo que el subdesarrollo me está matando. A veces deseo volver a aquellos tiempos en que no era una esclava de las telecomunicaciones, cuando podía irme a pasear en mi día libre sin que una llamada de trabajo o de una fuente me preocupara; cuando iba manejando tarde en la noche sin que me sintiera insegura porque no tenía a la mano el celular.

¡QUE TIEMPOS AQUELLOS!

Pero bueno, ahora el celular es como el oxígeno para quienes nos hemos hecho esclavos de ese, cada vez más minúsculo, aparato.

Y hablando de minúsculo, resulta que ahora no sólo son más complejos, sino que los numeritos son tan pequeños, que sólo los niños y los adolescentes que no usan anteojos pueden verlos bien.

Ay de aquel que es miope o hipermétrope, como yo, porque no hay manera de marcar rápido un número sin antes haber dilatado totalmente las pupilas, alargado hasta lo último el brazo o, al contrario, prácticamente pegar el aparatito al ojo.

Ahora me dieron otro que yo no sé cómo hacen los hombres que tienen los dedos cabezones para marcar.

Y si de complejo hablamos, ¡ay Dios mío! Cuando ya he aprendido a manejar uno de esos, me lo cambian. Ahora hasta me piden un número pin que aún no he encontrado. Tampoco he podido ponerlo en español. No me he aprendido las teclas que debo marcar a la vez para poner el bendito punto (de punto com) para el correo electrónico. Tampoco sé borrar los correos. Lo juro, lo he intentado. Pongo "delete" y cuando vuelvo a ver... ahí están los mensajes.

¡Nunca pensé que extrañaría los ladrillos que salieron por allá por el 97! Al menos, en esos veía los números y entendía sus funciones.

Al paso que voy, me jubilaré sin haberme aprendido el uso correcto del esclavizante aparatito. Prometo que uno de mis propósitos de año nuevo será aprenderme al menos el diez por ciento de sus opciones de uso. También prometo que trataré de no sentirme tonta, retrasada o torpe como me siento hoy. Como diría Ednita Nazario: "aprenderé a vencer"... aunque sea después de jubilarme.





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