Cuando vi las imágenes de las inundaciones de Colón y Panamá Este, creí que estaba viendo un canal internacional, pero lastimosamente todo ocurrió aquí, en Panamá, cerquita de todos. He ido a Chepo y Portobelo en numerosas ocasiones y para mí es difícil creer que esas áreas que antes había recorrido ahora están debajo del agua. Admito, que en mi labor periodística no he tenido la oportunidad de cubrir estas inundaciones, pero no hay que estar allá para corroborar la magnitud de la tragedia. Las historias son muchas, el esfuerzo de años de panameños humildes ha sido cubierto por el lodo y peor aún, la vida de al menos 10 de ellos se perdió.
Esto nos demuestra la furia de la naturaleza, que de nada vale que el hombre se crea superior, porque solo basta que ella se imponga y haga desastres.
Qué difícil debe ser para estas personas empezar desde cero, qué difícil es para ellos aceptar que no tienen nada, que de la noche a la mañana, producto de la lluvia, perdieron todo. Pero no es imposible señores, tengan fe en Dios, porque después de la tormenta llega la calma y Él no les da mandamientos a sus hijos sin antes haberles preparado el camino, que muchas veces, como en esta ocasión, está lleno de obstáculos, pero de seguro con la ayuda de Él y la voluntad de ustedes podrán salir adelante nuevamente.