Una vez, un arqueólogo fue a la India en peregrinaje, a los Himalayas, a los templos y estructuras antiguas, los cuales son muy difíciles de alcanzar, y en aquellos tiempos mucho más.
Mucha gente simplemente no volvía, se llegaba a través de pequeños senderos al borde de precipicios de 3.000 m. de profundidad, con nieves perpetuas. Un pequeño resbalón y todo habría acabado.
El hombre iba cansado, aún llevando muy poco equipaje (porque llevar mucho equipaje a esas alturas se hace imposible); según el aire se va volviendo más fino, se hace más difícil respirar.
Delante de él, vio a una niña que no tendría más de diez años, cargando a un niño, muy gordito, sobre sus hombros.
Ella iba sudando, respirando pesadamente, y cuando el hombre pasó a su lado le dijo: "Niña, debes de estar muy cansada. Llevas mucho peso sobre ti".
La niña le respondió: "Tú eres el que lleva peso. Esto no es un peso, esto es mi hermanito".
¿Sabes? Muchas veces pensamos que no podemos llegar delante de Dios por miedo a que seamos una carga para Él, pues pensamos que al igual que el nuestro, el amor de Dios es limitado y condicionado.
El amor de Dios es tan grande que no lo puedes entender, solamente aceptar. Siempre que el enemigo te haga pensar que Dios no tiene tiempo para ti y que eres una carga para Dios, debes recordar que Dios no lleva "cargas", te lleva a ti que eres su hijo.
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