Sigue siendo testigo mudo del desarrollo de Panamá. Antaño, el Parque de Santa Ana fue el lugar preferido del arrabal, para hablar de las injusticias que se cometían cuando aún Panamá pertenecía a Colombia.
Hoy sigue siendo tan visitado como antes, pero no por los políticos, ni utilizado para dar esos grandes discursos donde se prometían grandes cambios en el Gobierno. En él, se puede observar todos los días limpiadores de botas, que desde muy temprano llegan a ganarse su sustento, al igual que vendedores de raspa’o. Pero los viejos, que de joven vieron el esplendor de este hermoso parque, son sus más asiduos visitantes. Llegan de varios puntos de la ciudad mujeres y hombres, quienes se sientan en su viejas bancas o en los muros y allí permanecen horas, como esperando que aquellos momentos de gloria regresen, con la esperanza de tener un Panamá mejor.
VISITANTE ASIDUO
"Siempre vengo aquí a conversar y a recordar los años mozos con los amigos", dijo Oscar Cosio, quien es jubilado y reside por el área.
A Oscar le agrada ir a pasar buenos ratos en el Parque de Santa Ana, pues lo considera un lugar muy especial y donde los amigos se pueden reunir a charlar sobre los hechos que ocurren cada día.
PLAZA HISTORICA
En los siglos XIX y XX, la Plaza de Santa Ana era el ágora del pueblo; en ésta, los más preclaros defensores del nacionalismo panameño hicieron gala de su oratoria y lograron despertar en ciudadanos el patriotismo, los deseos de libertad y de unidad. Fue aquí, en el parque de este barrio, que en 1925 la lucha inquilinaria tuvo su nacimiento.
Es deber de todos conservar un lugar como la Plaza de Santa Ana, ya que cuando se pasa por este sitio se siente que en sus alrededores se respira los hechos que pasaron y que marcaron el destino de nuestra nación.
MORADA
Muchos han hecho de este lugar su morada temporal, y hasta a veces permanente; otros encuentran allí su sustento.
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