Primero fue O Rey Pelé y luego llegaron todos los demás: Romario, Ronaldo, Rivaldo, Ronaldinho... y ahora Ricardo Izecson Dos Santos Leite Kaká, un jugador cuyo talento es directamente proporcional a la complejidad y tamaño de su nombre completo.
El hombre que ha liderado con maestría al Milán hasta lograr el triplete en menos de un año (Liga de Campeones, Supercopa de Europa y Mundial de Clubes) ha entrado por fin en el club de los más grandes.
Kaká, nombrado ayer por la FIFA Mejor Jugador de 2007, dos semanas después de lograr su primer Balón de Oro, ya no tiene nada que envidiar a otros compatriotas suyos que un día salieron del país pentacampeón del mundo para regalar su fútbol a todo el planeta.
A diferencia de la mayoría de ellos, el mediapunta del Milán no se crió en las favelas, sino en una zona acomodada de Sao Paulo. Por eso, su fútbol quizá no tenga tanto de brasileño y respire un aroma más europeo, aunque eso sí, dotado de una técnica exquisita, como es habitual en los jugadores del país sudamericano.
En Kaká no hay samba, no se adorna con regates imposibles llenos de acrobacias, bicicletas o amagos, ni abusa de los trucos y malabarismos con el balón en los pies de esos que se aprenden cuando te pasas el día en la calle pateando una pelota.
Izecson Dos Santos Leite no es un jugador efervescente, pero su prestancia y ascendencia brutal en el juego, su manera de manejar el balón, la asociación con sus compañeros y su excelente definición le hacen ser un futbolista completo.
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