
Abraham Fuentes tenía casi 60 años cuando la masacre ocurrió, pero aún lo recuerda como si fuera ayer.
FOTOS: EVERGTON LEMON
Abraham Fuentes tenía casi 60 años cuando la masacre ocurrió, pero aún lo recuerda como si fuera ayer.
FOTOS: EVERGTON LEMON
Abraham Fuentes tenía casi 60 años cuando la masacre ocurrió, pero aún lo recuerda como si fuera ayer.
FOTOS: EVERGTON LEMON
El monumento se está reparando, pues hace años estaba en abandono.
Las pinturas son el reflejo de aquella tragedia.
Esta fue una de las calles más afectadas.
Abraham Fuentes tenía casi 60 años cuando la masacre ocurrió, pero aún lo recuerda como si fuera ayer.
FOTOS: EVERGTON LEMON
El monumento se está reparando, pues hace años estaba en abandono.
Las pinturas son el reflejo de aquella tragedia.
Esta fue una de las calles más afectadas.
Abraham Fuentes tenía casi 60 años cuando la masacre ocurrió, pero aún lo recuerda como si fuera ayer.
FOTOS: EVERGTON LEMON
El monumento se está reparando, pues hace años estaba en abandono.
Las pinturas son el reflejo de aquella tragedia.
Esta fue una de las calles más afectadas.
Abraham Fuentes tenía casi 60 años cuando la masacre ocurrió, pero aún lo recuerda como si fuera ayer.
FOTOS: EVERGTON LEMON
El monumento se está reparando, pues hace años estaba en abandono.
Las pinturas son el reflejo de aquella tragedia.
Esta fue una de las calles más afectadas.
Abraham Fuentes tenía casi 60 años cuando la masacre ocurrió, pero aún lo recuerda como si fuera ayer.
FOTOS: EVERGTON LEMON
El monumento se está reparando, pues hace años estaba en abandono.
Las pinturas son el reflejo de aquella tragedia.
Esta fue una de las calles más afectadas.
Recuerdos de un pueblo. En las primeras horas de la mañana del 20 de diciembre, día en que ocurrió la invasión de Estados Unidos a Panamá, Abraham Fuentes, de 83 años, salió de su casa en Calle 18 El Chorrillo, se despidió de su familia, pero cuando llegó al Cementerio Amador, lugar donde trabajaba, unos policías lo detuvieron y no lo dejaron entrar.
Asustado, regresó a su casa y le avisó a su familia, de inmediato se escucharon los primeros disparos y posteriormente, las bombas; el miedo se apoderó de ellos y decidieron no salir de casa, solo resguardaron a sus hijos debajo de las camas.
Al día siguiente, Abraham salió de su casa y lo primero que encontró en el camino fue el cadáver de un hombre cuya sangre corría por toda la vereda; al lado había una televisión por lo que pensó que quizás lo agarraron robando.
Como trabajador del Cementerio Amador, Fuentes fue testigo y le tocó enterrar a muchas personas inocentes que murieron en esa masacre de 1989, por lo que tiene prohibido olvidar.
Hoy se conmemoran 23 años de la tragedia y las cifras no son exactas, el Instituto de Medicina Legal maneja las cifras de 250 muertos, por su parte, la Iglesia católica conoce de 650, pero algunas de los personas del Movimiento 20 de Diciembre, aducen que las cifras oficiales nunca se han dado, porque hay más muertos de lo que se piensa en realidad, por lo que piden la creación de una Comisión de la Verdad.