Arqueología


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Bajo la dirección de la arqueóloga Julia Mayo, de pie a la izquierda de la imagen, el equipo de El Caño descubrió los ajuares de oro en la tumba de un jefe localizada 16 pies de profundidad desde la superficie. Al fondo, se puede ver la excavación de una segunda tumba.

Foto: David Coventry/National Geographic. Fotografiado en el Ins

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    Bajo la dirección de la arqueóloga Julia Mayo, de pie a la izquierda de la imagen, el equipo de El Caño descubrió los ajuares de oro en la tumba de un jefe localizada 16 pies de profundidad desde la superficie. Al fondo, se puede ver la excavación de una segunda tumba.

    Foto: David Coventry/National Geographic. Fotografiado en el Ins

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    El único cráneo intacto envuelto en telas para su transporte a laboratorio. Este pertenece a alguien que pudo haber sido sacrificado para acompañar al otro mundo a un jefe. La cabeza está colocada en un ángulo con respecto al cuerpo que no es natural, lo cual puede indicar que su cuello estaba roto. Dos pequeñas figuras de oro y resinas fueron encontradas sobre su mandíbula inferior.

    Foto: David Coventry/National Geographic. Fotografiado en el Ins

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    Cerca del cementerio de El Caño, se alza un conjunto de monolitos, algunos de los cuales tienen más de 6 pies de alto. Prisioneros de guerra pudieron haber sido atados a ellos para después ser sacrificados y enterrados con los jefes durante los funerales, en los cuales se organizaban festines y bailes que duraban algunos días.

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    Bajo la dirección de la arqueóloga Julia Mayo, de pie a la izquierda de la imagen, el equipo de El Caño descubrió los ajuares de oro en la tumba de un jefe localizada 16 pies de profundidad desde la superficie. Al fondo, se puede ver la excavación de una segunda tumba.

    Foto: David Coventry/National Geographic. Fotografiado en el Ins

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    El único cráneo intacto envuelto en telas para su transporte a laboratorio. Este pertenece a alguien que pudo haber sido sacrificado para acompañar al otro mundo a un jefe. La cabeza está colocada en un ángulo con respecto al cuerpo que no es natural, lo cual puede indicar que su cuello estaba roto. Dos pequeñas figuras de oro y resinas fueron encontradas sobre su mandíbula inferior.

    Foto: David Coventry/National Geographic. Fotografiado en el Ins

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    Cerca del cementerio de El Caño, se alza un conjunto de monolitos, algunos de los cuales tienen más de 6 pies de alto. Prisioneros de guerra pudieron haber sido atados a ellos para después ser sacrificados y enterrados con los jefes durante los funerales, en los cuales se organizaban festines y bailes que duraban algunos días.

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    Bajo la dirección de la arqueóloga Julia Mayo, de pie a la izquierda de la imagen, el equipo de El Caño descubrió los ajuares de oro en la tumba de un jefe localizada 16 pies de profundidad desde la superficie. Al fondo, se puede ver la excavación de una segunda tumba.

    Foto: David Coventry/National Geographic. Fotografiado en el Ins

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    El único cráneo intacto envuelto en telas para su transporte a laboratorio. Este pertenece a alguien que pudo haber sido sacrificado para acompañar al otro mundo a un jefe. La cabeza está colocada en un ángulo con respecto al cuerpo que no es natural, lo cual puede indicar que su cuello estaba roto. Dos pequeñas figuras de oro y resinas fueron encontradas sobre su mandíbula inferior.

    Foto: David Coventry/National Geographic. Fotografiado en el Ins

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    Cerca del cementerio de El Caño, se alza un conjunto de monolitos, algunos de los cuales tienen más de 6 pies de alto. Prisioneros de guerra pudieron haber sido atados a ellos para después ser sacrificados y enterrados con los jefes durante los funerales, en los cuales se organizaban festines y bailes que duraban algunos días.

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    Bajo la dirección de la arqueóloga Julia Mayo, de pie a la izquierda de la imagen, el equipo de El Caño descubrió los ajuares de oro en la tumba de un jefe localizada 16 pies de profundidad desde la superficie. Al fondo, se puede ver la excavación de una segunda tumba.

    Foto: David Coventry/National Geographic. Fotografiado en el Ins

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    El único cráneo intacto envuelto en telas para su transporte a laboratorio. Este pertenece a alguien que pudo haber sido sacrificado para acompañar al otro mundo a un jefe. La cabeza está colocada en un ángulo con respecto al cuerpo que no es natural, lo cual puede indicar que su cuello estaba roto. Dos pequeñas figuras de oro y resinas fueron encontradas sobre su mandíbula inferior.

    Foto: David Coventry/National Geographic. Fotografiado en el Ins

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    Cerca del cementerio de El Caño, se alza un conjunto de monolitos, algunos de los cuales tienen más de 6 pies de alto. Prisioneros de guerra pudieron haber sido atados a ellos para después ser sacrificados y enterrados con los jefes durante los funerales, en los cuales se organizaban festines y bailes que duraban algunos días.

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    Bajo la dirección de la arqueóloga Julia Mayo, de pie a la izquierda de la imagen, el equipo de El Caño descubrió los ajuares de oro en la tumba de un jefe localizada 16 pies de profundidad desde la superficie. Al fondo, se puede ver la excavación de una segunda tumba.

    Foto: David Coventry/National Geographic. Fotografiado en el Ins

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    El único cráneo intacto envuelto en telas para su transporte a laboratorio. Este pertenece a alguien que pudo haber sido sacrificado para acompañar al otro mundo a un jefe. La cabeza está colocada en un ángulo con respecto al cuerpo que no es natural, lo cual puede indicar que su cuello estaba roto. Dos pequeñas figuras de oro y resinas fueron encontradas sobre su mandíbula inferior.

    Foto: David Coventry/National Geographic. Fotografiado en el Ins

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    Cerca del cementerio de El Caño, se alza un conjunto de monolitos, algunos de los cuales tienen más de 6 pies de alto. Prisioneros de guerra pudieron haber sido atados a ellos para después ser sacrificados y enterrados con los jefes durante los funerales, en los cuales se organizaban festines y bailes que duraban algunos días.

Redacción - DIAaDIA

El doctor Rubén Berrocal, secretario nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación, señaló que la institución “le ha otorgado en siete años cerca de $400 mil dólares al proyecto, con la finalidad de que estos estudios arqueológicos avancen, de manera que se fortalezca la identidad nacional.

Julia Mayo, por su parte, explicó que han terminado la primera fase del proyecto dando explicación a qué es El Caño (un cementerio de personas de alto rango), donde se realizaban rituales de funerarios (áreas de las columnas de basalto) y entierros (en el cementerio que nosotros hemos encontrado)”. La arqueóloga añade que “todas las piezas recuperadas en las excavaciones tienen buena información de contexto.

Así se han localizado seis grandes tumbas múltiples en las que fueron enterradas personas de alto rango, cuyos cuerpos eran cubiertos con tocados de oro, hueso y piedras semipreciosas y preciosas.

“Eran envueltos en tejidos o lienzos y cubiertos por platos y ollas. Se cubrían de cubiertas de madera, y se colocaban incensarios y algunas vasijas con alimentos, hachas y flechas”, menciona la arqueóloga.

El personal de la revista National Geographic ha visitado el Istmo en dos ocasiones para hacer reportajes sobre este atractivo histórico, y ahora nuevamente arribó al país para plasmar en un reportaje exclusivo los resultados de las últimas excavaciones realizadas.

La revista, en su edición de enero de 2012, publicará un reportaje sobre el Proyecto del Parque Arqueológico El Caño, el cual será el tema de portada en su versión para América Latina. La revista estará a la venta a partir del 27 de diciembre de 2011. John Francis, vicepresidente de Investigación, Conservación y Exploración de la National Geographic Society, dijo que “la National Geographic Society tiene el orgullo de ser parte del anuncio de un descubrimiento de tal magnitud, el cual arroja una luz sobre la importante e interesante herencia cultural de Panamá".

Desde 2008 se iniciaron los trabajos de excavaciones en el sitio arqueológico.

 
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