Entre risas e inocencia, Anthony y Yandel desconocen el sufrimiento de sus familiares. Mientras ellos, junto con sus hermanitos y primos, durmieron en casas de sus vecinos, su abuela -la señora Ana Felipa- durmió bajo los escombros de lo que un día fue su hogar por más de 20 años en Curundú, y que se derrumbó antier.
La preocupación de la señora Ana Felipa es tanta que no pudo conciliar el sueño por pensar en dónde van a vivir.
El único sustento de las dos familias damnificadas es el poco dinero que obtienen de las ventas de las frituras que hace la señora Ana y su hija, María.
A pesar de que no tienen donde dormir, dan gracias a Dios por estar con vida, pues lo material se recupera, pero la vida no.
El MIVI evalúa el caso de ambas familias.
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