En la mañana de ayer me presenté a los entrenamientos de la preselección de fútbol de Panamá, en la cancha del Domo de Curundú, con el fin de observar y a la vez solicitarle a los jugadores y técnicos que enviaran un saludo de Navidad y revelaran su deseo en estas fiestas navideñas.
No llevaba ni cinco minutos en el lugar, cuando en medio de un ameno diálogo con algunos colegas y también integrantes de la preselección nacional, fui abordada bruscamente por el convocado delantero Alberto Zapata, quien, evidentemente molesto, me reclamó por lo que había escrito en mi columna de opinión, en la que, a mi criterio, no había llenado el cometido para estar en la Selección.
Con un tono altanero y agresivo, el jugador, que mostró ser de "epidermis sensible", me atacó frente a un grupo de colegas, entre ellos, David Salayandía, Pablo Bustamante, Edgardo Vidal y Roberto Kelne, entre otros, lo que dejó en evidencia su falta de profesionalismo para aceptar que, como jugador y figura pública, está sujeto a críticas, y que así como en ocasiones es elogiado también habrá momentos en que será cuestionado.
Tanto Zapata como el resto de los futbolistas, cuerpo técnico y demás figuras deportivas en este país deben entender que estamos en un país libre y democrático, donde las opiniones se respetan y en este caso la mía, llamada "Tiro Directo", no se exceptúa a ello.
Al futbolista en mención, y para reiterarle mi respuesta a su pregunta, deseo aclararle que no tengo nada en su contra.
Por lo demás, sólo me resta desearle a todos felices fiestas y que el Niño Dios los colme de paz, dicha y mucha prosperidad.