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Los sinsabores de Divino Niño
Pidieron sus juguetes, pero no saben si llegarán. (Foto: Jaime Saldaña / EPASA)

Jaime A. Saldaña | Chiriquí, DIAaDIA

Anoche, mientras que en algunos sectores predominó el bullicio de la Nochebuena con los fuegos artificiales y la entrega de regalos, para algunos panameños fue un lujo inalcanzable probar pavo, jamón, dulce de frutas, manzanas y peras. Adornar las casas con luces multicolores, pintarla o colocar un arbolito fue sólo un sueño.

Esa fue la dura y triste realidad de las familias de la barriada Divino Niño, en pleno David, que ven pasar sus días, de Navidad o no, en pobreza extrema.

SIN PENA NI GLORIA

Maximina Marquínez, una de las residentes, dijo a DIAaDIA que la época navideña para ella es como cualquier otra, porque tiene que luchar junto a su esposo para tener comida y mantener a sus dos hijos de 7 y 4 años de edad.

Para tratar de aliviar un poco las necesidades de su hogar, alegó que está asistiendo a los cursos del Instituto Nacional de Formación Profesional y Capacitación para el Desarrollo Humano (INADEH) para ver si consigue un trabajo, mientras su esposo es ayudante de construcción de forma eventual. Esta pareja tiene dos años de vivir en este sector en las afueras del centro de la ciudad, dentro de una pequeña casa construida con zinc. Allí, pocas divisiones separan un cuarto de la cocina.

REGALOS QUE QUIZA NO LLEGARáN

En la casa de unos vecinos, Geovany, de 4 años y su hermano Gerardo, de 7, observaron en la televisión los anuncios de las jugueterías, pero no se ponen de acuerdo en quién quiere un tractor o quién escoge un carro patrulla como regalo. Frente a este cuadro, Maximina expresó "la cosa está dura" y lo más seguro es que esos regalos no lleguen.

Esta madre siguió contando que "la noche de Navidad nos acostamos a dormir como cualquier otro día, y cuando tenemos plata, por ahí le compramos unos regalitos a los niños, pero cuando no hay, no le compramos nada", comentó tímidamente.

SUEñOS COMPARTIDOS

En casa de la señora Blanca Rosa Palacios, en el sector conocido como Divino Niño 2, sus siete hijos han consensuado que el mayor deseo navideño que pueden tener para este año es una televisión, aunque sea blanco y negro.

En la parte de atrás de la residencia se encontraba esta madre conversando con sus hijos, mientras comía arroz con macarrones dentro de una vasija de helado y veían juntos el trabajo de una cuchilla que está arreglando un poco el camino que pasa frente a su casa.

UNIDOS EN LA HUMILDAD

Para la señora Palacios, la Navidad sí representa la unión familiar.

Blanca Rosa le dijo a sus hijos que hay que ser conformes, porque mientras Dios los tenga con salud, lo demás viene por añadidura. Aclaró que no se atrevió a prometerle nada a sus hijos para Navidad porque no tiene dinero. Es más, en otros tiempos, aunque sea algo tenían en su mesa. Esta vez no.

Esa es la realidad de la barriada Divino Niño en David, Chiriquí. Allá quedaron la pobreza y la esperanza juntas, esparcidas entre gente humilde que todo lo que desea es un bocado decente para llevarse a la boca día a día, pero que muchas veces, hasta ese deseo tan elemental les es negado.

ATADOS

Algunas familias se sienten impotentes al no poderles ofrecer algo a sus hijos.





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