
El padre Elvin es muy querido y respetado por todos sus estudiantes.
Fotos: JESUS SIMMONS/CORTESIA
El padre Elvin es muy querido y respetado por todos sus estudiantes.
Fotos: JESUS SIMMONS/CORTESIA
El padre Elvin es muy querido y respetado por todos sus estudiantes.
Fotos: JESUS SIMMONS/CORTESIA
Todos en la escuela lo aprecian y lo quieren.
Tiene 15 años de estar en la congregación.
Por su trabajo le toca viajar por todo el mundo.
El padre Elvin es muy querido y respetado por todos sus estudiantes.
Fotos: JESUS SIMMONS/CORTESIA
Todos en la escuela lo aprecian y lo quieren.
Tiene 15 años de estar en la congregación.
Por su trabajo le toca viajar por todo el mundo.
El padre Elvin es muy querido y respetado por todos sus estudiantes.
Fotos: JESUS SIMMONS/CORTESIA
Todos en la escuela lo aprecian y lo quieren.
Tiene 15 años de estar en la congregación.
Por su trabajo le toca viajar por todo el mundo.
El padre Elvin es muy querido y respetado por todos sus estudiantes.
Fotos: JESUS SIMMONS/CORTESIA
Todos en la escuela lo aprecian y lo quieren.
Tiene 15 años de estar en la congregación.
Por su trabajo le toca viajar por todo el mundo.
El padre Elvin es muy querido y respetado por todos sus estudiantes.
Fotos: JESUS SIMMONS/CORTESIA
Todos en la escuela lo aprecian y lo quieren.
Tiene 15 años de estar en la congregación.
Por su trabajo le toca viajar por todo el mundo.
Un hombre de Dios. Esto es lo que es el padre Elvin Lantigua, de 47 años, quien nació en Santo Domingo, República Dominicana, pero desde hace nueve años trabaja en la Escuela Vocacional de Chapala.
Desde niño tuvo vocación religiosa, pues estuvo en los grupos de pastoral juvenil de su país, también se preocupaba por ayudar al prójimo.
Además trabajó en la Pastoral Social en la República Dominicana como educador, pues es licenciado en sicología. Decidió convertirse en padre y se fue al seminario en Costa Rica.
Ese paso fue muy difícil para él, pues atrás quedó una vida estable, amigos y su familia. Después de muchos sacrificios, alcanzó sus sueños en la congregación de los Religiosos Terciarios Capuchinos.
Su vocación lo ha llevado a trabajar en Chile, México, Costa Rica y Panamá, a donde llegó como educador en la Escuela Vocacional de Chapala, pero desde hace cinco años es el director.
Su mayor satisfacción es ver a los muchachos cambiar su vida después que salen de Chapala, y el aporte que darán a la sociedad.
Una de las cosas que más lo afectan es estar lejos de su familia, por eso además de las satisfacciones que le deja su trabajo, la tristeza siempre está presente; el no estar cuando se dieron las buenas y malas noticias, como cuando falleció su mamá Claudia Castro el pasado mes de abril.
A pesar de eso, sabe que está trabajando por la juventud del mundo y que Dios le tiene una misión en la vida.
Entre sus planes futuros están los que les asigne su congregación, por eso siempre está listo para brindar sus servicios a cualquier parte del mundo que lo envíen.
Por el momento, se siente feliz de poder colaborar con la formación de jóvenes panameños en la Escuela de Chapala.