La brecha entre ricos y pobres se ve hasta en los barrios supuestamente marginados de la ciudad capital.
Y mientras el nacimiento del Niño Jesús nos invita a compartir con el desposeído, se vive lo contrario.
Ayer DIAaDIA recorrió el corregimiento de Curundú y conversó con los niños del área sobre sus impresiones acerca de la Navidad y, por ende, de los regalos que les trajo el Niño Dios.
En medio de toda su pobreza y el ambiente de violencia que los rodea, por lo menos algo significativo les llegó.
Sin embargo, no todos los niños y niñas corrieron con esa suerte, pues mientras algunos realizaban competencias en su primera bicicleta, estrenaban su scooter o se preparaban para darse un chapuzón en la piscina que les regalaron, otros niños miraban con nostalgia a sus homólogos divertirse al máximo. Y lo más triste del caso es que a pesar de que eran sus propios vecinos, no fueron invitados a formar parte de ese momento de algarabía navideña.
Esa fue la desagradable experiencia que vivieron las pequeñas Carla y Michell en el área de Transportes y Talleres de Curundú, en las primeras horas de ayer.
No obstante, ellas se fueron a casa y trajeron consigo aquella muñeca de trapo a la que le faltaba uno de sus pies y hacer ver que era la muñeca más especial que les había traído el Salvador del Mundo para la Navidad.
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