Compartieron lo poquito que tenían. El espíritu de la Navidad va más allá de comprar un par de zapatos nuevos, pintar la casa o simplemente llenar de regalos caros a los hijos.

En este mundo tan globalizado, en donde la Navidad se ha convertido en un negocio redondo, por fortuna aún existen personas llenas de amor. Tal es el caso de Vielka Moreno, una humilde chorrillera que desde hace tres años lleva a su casa a una niña pobre de Curundú, a pasar la Navidad con sus hijos.

Esta historia de amor se inició años atrás cuando Vielka atendió al papá de la niña cuando era vendedora en un almacén de Calidonia.

En esa ocasión, el hombre le dijo que compraba una sábana para su hija que estaba enferma. Sin vacilar le pidió conocerla, por lo que el extraño la llevó a su casa.

A partir de esa visita y tras ver las condiciones de pobreza en las que vive la niña Florinda Asprilla, que es como le llaman, decidió llevarla una Navidad a su casa. Así lo ha hecho durante tres años. Y es que Florinda es una persona muy especial, ya que a pesar de tener treinta años, mide un poco más de un metro, debido a una enfermedad que padece.

Según Vielka, la niña sufre de Síndrome de Dawn, pero la verdad no tiene los rasgos en el rostro que tienen los niños que padecen esta enfermedad.

Esta Navidad, Florinda disfrutó comiendo jamón y rosca, junto a Vielka, sus hijos y su nieta.

Estaba feliz, con una sonrisa de oreja a oreja. Sin embargo, cuando llegó el momento de regresar a su casa de Curundú, donde las condiciones son precarias, con un inodoro de hueco y las paredes de tablas, Florinda se puso triste, llorosa, pidiendo quedarse en ese ambiente en El Chorrillo, donde Vielka y su familia le han demostrado que nadie es tan rico que no pueda recibir, ni tan pobre que no tenga nada que dar.

AYUDA

Lo único que desea Vielka es que alguna autoridad ayude a la niña a vivir en un lugar más digno.