Definitivamente que este año hubo sorpresas y sorprendidos en el emocionante mundo del fútbol.
Los triunfos de Oporto en la Liga de Campeones y la Copa Intercontinental; Once Caldas en la Libertadores; Grecia en la Eurocopa e, incluso, una selección brasileña B en la Copa América, confirmaron definitivamente en el 2004 la tendencia que se adivinaba en los últimos años: ya no hay enemigo pequeño.
Nunca antes se había producido un fenómeno parecido con tantos equipos modestos, llevándose los títulos.
La única excepción que confirmó la regla fue el triunfo de Argentina en los Juegos Olímpicos, a los que acudió casi con el primer equipo, al derrotar en la final al potente equipo de Paraguay por 1-0.
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