Caras de cansancio, satisfacción y también tristeza, era el reflejo de las personas que ayer llegaron de diversos puntos del interior del país, luego de celebrar la Navidad con sus familiares que están lejos.
Niños con su bolsita a cuestas eran tomados de la mano por sus padres, mientras esperaban que el asistente del conductor del bus bajara las maletas de los pasajeros que se acercaban al costado del transporte, como abejas a un panal.
Hoy deben empezar la faena diaria, después de tres largos días de asueto, en los que convivieron en paz y armonía con sus familiares.
No todo fue alegría entre los familiares interioranos.
Para la señora María Candelaria Sánchez fue muy triste, ya que recuerda con dolor a su hija que falleció hace apenas un mes y se regresó de su lugar de residencia, en El Valle de Antón, para pasar unos días con su hija en la capital.
En tanto, para Michel Rodríguez, la tristeza fue diferente, pues quería obviamente pasar más tiempo con su familia.
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