La carga

Redacción | DIAaDIA

Dos monjes que regresaban a su templo llegaron a un arroyo, donde encontraron a una hermosa mujer que no se atrevía a cruzarlo, temerosa porque el arroyo había crecido y la corriente era fuerte.

Uno de los monjes, el mayor, vio la situación y, casi sin detenerse, alzó a la mujer en sus brazos y con gran esfuerzo la llevó hasta la otra orilla.

La mujer le agradeció emocionada la ayuda, ya que su hijo estaba gravemente enfermo y ella necesitaba cruzar ese arroyo para verlo.

Los hombres siguieron su camino.

Pero el monje menor tenía una preocupación que no se había atrevido a expresar.

Después de recorrer tres días, el joven monje, sin poder contenerse más, exclamó: "¿Cómo pudiste hacer eso, tomar una mujer en tus brazos ...? Conoces bien las reglas...". Y siguió sacando argumentos en contra de tocar a una mujer y otras cosas por el estilo.

Mientras tanto, el monje mayor sonreía.

Cuando el monje menor terminó su perorata, el mayor respondió, aún sonriendo: "Es posible que haya cometido alguna falta, pero esa mujer necesitaba cruzar ese arroyo para ver a su hijo. Yo sólo la crucé y la dejé en la otra orilla".

Y luego, en actitud de reflexión, le preguntó: "Pero, ¿qué te pasa a ti que ya pasaron tres días del episodio y aún la llevas a cuestas?... yo la dejé del otro lado del arroyo".

Todo el peso que llevó el monje durante esos tres días, se reducía a no haber hecho lo que tenía que hacer en el momento preciso. ¿Cuánto peso llevas tú sobre tus hombros?

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