En estas fiestas, el regalo más grande que puede recibir una persona es el Nacimiento de Jesús, un acontecimiento de paz y amor que es representado en los pesebres, una costumbre tradicional en los hogares panameños.
Son muchos los nacimientos que he observado de amigos, vecinos, pero recuerdo uno en particular, el de mi padrino Toño, donde las figuritas de yeso, entre grandes y diminutas, dan forma a los pasajes de la vida de Jesús.
En nuestro país, muchas son las familias que conservan esta tradición. Uno digno de admirar es el majestuoso pesebre que confecciona la familia Varela Sandoval, en su residencia en Obarrio, que está abierto al público desde el 1 de diciembre hasta el 6 de enero.
Este homenaje a la figura de Nuestro Salvador, cuenta con 300 piezas, algunas compradas en Panamá y otras traídas desde España. Su confección dura 12 días.
Aunque el de mi padrino Toño es modesto, comparte con los Varela el mismo mensaje: la unión de la familia cimentada en el amor a Dios.
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