Esta historia es real y panameña. Eduardo recuerda que la Navidad que no olvida fue aquella en la que recibió tres regalos de su hermano Ezequiel, quien era el hermano mayor y ayudaba a sostener el hogar económicamente.

De día limpiaba zapatos en el Mercado Público de San Felipe y allí conoció a muchos amigos que lo apreciaban por ser un chico ejemplar. Eduardo podría tener 7 años y Ezequiel unos 15. El menor relató que un día 24 de diciembre llegó "Lin", como cariñosamente le llamaban a Ezequiel, con una bolsa llena de juguetes. Sucede que uno de sus amigos le había dado esa bolsa para que le hiciera regalos a sus hermanos.

Eran cuatro hermanos menores que él. De esa bolsa le tocaron tres regalos a Eduardo, tres carritos, pero un camioncito rojo con vagón blanco le encantó. Como una arriera hacia caminos en medio de la hierba, que aparentaban calles para que el camioncito transitara.

Eduardo lloró desconsoladamente aquel día cuando estaba jugando en la puerta de su casa y su hermano Isidro entró rápidamente sin percatarse de que el camioncito rojo estaba allí. Isidro dejó caer todo su peso sobre el juguete y quedó "pérdida total".

En cada Nochebuena, Eduardo recuerda ese camioncito, al señor que le regaló la bolsa de juguetes y a su hermano Ezequiel que hace tres años murió de esclerosis lateral amiotrófica. Esos recuerdos siguen vivos.

Si tienes un hermano, padre, madre, hijo o primo, ámalo porque cuando se va, sólo te quedarán los recuerdos, y duele, pero es grato recordar esos momentos agradables que se viven.