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Drogas y alcohol
Los adolescentes están en la etapa de buscar su propia identidad. (Foto: Cortesia. / EPASA)

Dr. Denis Cardoze | Psiquiatra de niños y adolescentes
Las familias que presentan conflictos y falta la comunicación tienden a tener hijos adictos a las drogas o al alcohol.

Hay padres que inducen a sus hijos varones a consumir alcohol como una forma, equivocada por supuesto, de hacerlos más hombres, o les organizan fiestas donde se sirve bebidas alcohólicas en abundancia.

Las familias donde existen conflictos importantes como violencia, maltrato, falta de comunicación o negligencia parental, así como cuando se dan divorcios muy traumáticos o abandono parental, tienen más incidencia de hijos consumidores de drogas y alcohol.

La adolescencia es una etapa en la que el mundo del adulto se empieza a ver como caduco e hipócrita; los padres ya no representan el ideal a seguir y los valores que predican entran muchas veces en conflicto con la visión que tienen los jóvenes de la vida; todo es cuestionado.

Hacer todo lo que se opone a lo que es aceptable por los mayores, como la vida sexual libre, fumar, beber alcohol, vestirse de manera extravagante, tatuarse el cuerpo, insertarle anillos en lugares no acostumbrados o pintarse el cabello, son cosas que el adolescente hace para diferenciarse de ese otro mundo adulto con el que no quiere identificarse.

CONSECUENCIAS DEL CONSUMO DE DROGAS (INCLUIDO EL ALCOHOL)

  • Estados de intoxicación aguda con alteración de los sentidos, de la capacidad de orientación y de pensamiento, del lenguaje, conducta desinhibida o violenta, crisis de pánico, vivencias de tipo alucinatorio o delirio paranoide que puede llevar al suicidio.
  • Estados de dependencia con una necesidad creciente de continuar consumiendo la sustancia y en dosis crecientes, con pérdida de interés por otras fuentes de placer o diversiones. En esta situación de dependencia la persona comete actos inapropiados como robar, empeñar joyas y otros objetos de la familia, o incluso prostituirse.
  • Estados de abstinencia por no disponer de la sustancia que se ha estado consumiendo reiteradamente. Cursa con estados de ansiedad, a veces con agitación, ánimo deprimido, insomnio, molestias somáticas y en casos más graves, convulsiones. Su gravedad y modalidad dependerá del tipo de sustancia a la que se tiene dependencia:
  • Trastornos de tipo psicótico ya mencionado en el capítulo de psicosis.
  • Deterioro del rendimiento escolar.
  • Deterioro de los hábitos de sueño, alimentación y autocuidado.
  • Muerte por sobredosis.
  • Graves accidentes de tránsito.
  • Desencadenamiento de un trastorno psiquiátrico latente o agravamiento de uno ya existente (depresión, esquizofrenia, manía).
  • Promiscuidad sexual y contagio de enfermedades como el SIDA y otras de tipo venéreo.
  • Asesinatos en estado de desinhibición o confusional, o por venganza entre traficantes.
  • Trastornos en la vida familiar: conflictos con los padres, ansiedad y temor en éstos y en los hermanos, afectación de la economía por sustracción de dinero por parte del joven adicto y aumento de gastos médicos, allanamientos policiales en busca de drogas, separación de la familia por internamiento en un centro de rehabilitación o en uno correccional.
  • Afecciones físicas como lesiones en la mucosa nasal, en el hígado, en vías digestivas, lesiones cardiovasculares y daños cerebrales progresivos o agudos.





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