
Aurelio es un hombre ejemplar que cumplió su rol de padre de familia.
FOTOS: ROBERTO BARRIOS
Aurelio es un hombre ejemplar que cumplió su rol de padre de familia.
FOTOS: ROBERTO BARRIOS
Aurelio es un hombre ejemplar que cumplió su rol de padre de familia.
FOTOS: ROBERTO BARRIOS
Abuelos comparten en el lugar.
Los abuelitos necesitan muchos cuidados.
Aurelio es un hombre ejemplar que cumplió su rol de padre de familia.
FOTOS: ROBERTO BARRIOS
Abuelos comparten en el lugar.
Los abuelitos necesitan muchos cuidados.
Aurelio es un hombre ejemplar que cumplió su rol de padre de familia.
FOTOS: ROBERTO BARRIOS
Abuelos comparten en el lugar.
Los abuelitos necesitan muchos cuidados.
Aurelio es un hombre ejemplar que cumplió su rol de padre de familia.
FOTOS: ROBERTO BARRIOS
Abuelos comparten en el lugar.
Los abuelitos necesitan muchos cuidados.
Aurelio es un hombre ejemplar que cumplió su rol de padre de familia.
FOTOS: ROBERTO BARRIOS
Abuelos comparten en el lugar.
Los abuelitos necesitan muchos cuidados.
Toda una vida por delante. A pesar de sus 98 años, Aurelio Pineda se siente de 30 años y lamenta cada día no poderse levantar de la silla de ruedas en la que permanece, debido a un problema en la columna y una hernia que lo obliga a estar allí el resto de su vida.
Él, en sus años mozos, fue un albañil y pintor que plasmaba lo que observaba en un lienzo. Asegura que esto podría volver a hacerlo, pues no se siente viejo.
Don Aurelio tiene tres años de estar en el Centro de Cuidados del Anciano, ubicado en Las Mañanitas, y allí recuerda junto a sus compañeros cuando los tiempos buenos florecían en el mundo, los jóvenes hacían caso, no había delincuencia y se vivía en paz; algo que ya no existe.
Él recordó, sentado sobre las cuatros ruedas de su silla, que tenía una hermosa casa donde vivió con sus tres hijos, pero cuando enfermó y ya no podía valerse por sí mismo, fue llevado a este lugar donde recibe un hermoso trato, pero nada sería mejor que llegar a sus 100 años junto a sus seres queridos.
En los tres años que lleva en el retiro ha hecho buenos amigos, algunos con historias tristes y otros que, a pesar de ser más jóvenes que él, no recuerdan ni su nombre, producto del alzhéimer que padecen, pero igual él los entiende.
Antes de cumplir sus 100 años, a Aurelio le gustaría que le concedieran un deseo: dar un paseo por la ciudad de Panamá para ver cómo todo ha cambiado, pues a veces escucha en las noticias de los cambios que se hacen y ven las imágenes de cosas que no existían antes, “sería mi mejor regalo”, aseguró sonriente Aurelio.