Jorge Ramos quien ha entrevistado a líderes, dictadores y hombres poderosos sin temblarle ni un poquito la voz está viviendo uno de sus momentos más dolorosos, porque tuvo una gran pérdida.
El comunicador mexicano, que además es escritor, le dedicó unas sentidas líneas al que fuera un ser muy especial en su vida, su perrita Sunset, la cual murió recientemente. Aquí, un fragmento de ese escrito que le sacará las lágrimas:
"Sunset se fue de la misma forma en que llegó; sorpresivamente, sin avisar, sin un ladrido. Y nos ha dejado a mi familia y a mí un hueco enorme -mucho más grande que los hoyos donde guardaba sus huesos en el jardín.
Me sabía leer mejor que nadie. No exagero. Si me vestía en mi cuarto para salir a correr, la escuchaba emocionada detrás de la puerta lista para acompañarme. Es como si viera a través de las paredes. Le encantaba correr junto a mí. Pero siempre iba un paso adelante, protegiéndome, abriendo el camino. Corrió cientos de millas al lado de la carriola de mi hijo Nicolás y muchas más al frente de mi bicicleta.
Cuando la llevábamos al parque en Coconut Grove para que pasara un rato con otros perros, solía aislarse al principio y le tomaba tiempo romper su timidez para socializar con otros de su especie. Igual que a mí en las fiestas y reuniones.
Ella fue la cómplice silenciosa de mis primeros libros. Ella los oyó en las teclas de mi computadora antes que nadie. Se acostaba durante horas interminables a mis pies y no se impacientó o se quejó ni una sola vez... Tras mi divorcio, Sunset se quedó en casa y yo me fui con Lola. Lola, por supuesto, es mi gata (y ya me tocará hablar de ella muy pronto). Pero cada vez que regresaba a casa a recoger a mi hijo, Sunset era la primera en recibirme. Nunca he tenido recibimientos más alegres y entusiastas en mi vida.
La última vez que la vi, salió de la casa con una pelota de tenis en la boca. Le encantaba que le tirara la pelota a la piscina para luego ir a buscarla. Pero esa última vez no soltó la pelota. Salió a saludarme, me dio una vuelta, me vio de reojo -creo que con cierta tristeza- y se perdió detrás de la puerta. Fue su despedida.
Sunset murió sola. Estábamos en Boston cuando el veterinario llamó para decirnos que su corazón y sus riñones estaban dejando de funcionar luego de una larga enfermedad. No hubo más remedio que dejarla ir. Me imagino sus ojos asustados en esos últimos momentos y se me rompe el corazón por no haber estado ahí con ella.
Es difícil de entender para quien no ha crecido con una mascota, pero Sunset era de la familia. Así de sencillo. Así de doloroso". ¡Qué escrito más sentido!