
Las personas prefieren los mariscos del señor Antonio Foto: EVERGTON LEMON
Las personas prefieren los mariscos del señor Antonio Foto: EVERGTON LEMON
Las personas prefieren los mariscos del señor Antonio Foto: EVERGTON LEMON
Antonio procura mantener su local lo más limpio posible.
Sus neveras siempre están llenas de pescado para sus clientes.
Antonio se siente orgulloso de su trabajo.
Los camarones son muy solicitados por sus clientes.
Las personas prefieren los mariscos del señor Antonio Foto: EVERGTON LEMON
Antonio procura mantener su local lo más limpio posible.
Sus neveras siempre están llenas de pescado para sus clientes.
Antonio se siente orgulloso de su trabajo.
Los camarones son muy solicitados por sus clientes.
Las personas prefieren los mariscos del señor Antonio Foto: EVERGTON LEMON
Antonio procura mantener su local lo más limpio posible.
Sus neveras siempre están llenas de pescado para sus clientes.
Antonio se siente orgulloso de su trabajo.
Los camarones son muy solicitados por sus clientes.
Las personas prefieren los mariscos del señor Antonio Foto: EVERGTON LEMON
Antonio procura mantener su local lo más limpio posible.
Sus neveras siempre están llenas de pescado para sus clientes.
Antonio se siente orgulloso de su trabajo.
Los camarones son muy solicitados por sus clientes.
Las personas prefieren los mariscos del señor Antonio Foto: EVERGTON LEMON
Antonio procura mantener su local lo más limpio posible.
Sus neveras siempre están llenas de pescado para sus clientes.
Antonio se siente orgulloso de su trabajo.
Los camarones son muy solicitados por sus clientes.
Antonio es dueño de un pequeño puesto de venta de pescado, ubicado en Veranillo, el que junto a su esposa atiende diariamente desde las siete de la mañana hasta las seis de la tarde.
Un nombre distinto
El nombre del local fue ideado, según Antonio, después de que le pidieron insistentemente a Dios que los ayudara a crear su propio negocio, y fue así que con la ayuda del Señor y su fe hoy tienen su propia empresa, a la que llamaron “La bendición de Dios”.
Esta familia compra día por medio los mariscos en el Mercado del Marisco y en el puerto de Vacamonte.
Arrocha crió y educó a sus cuatro hijos con este puesto de venta de mariscos, porque para este hombre la educación es primordial en la vida.
Para él y su esposa, la mayor satisfacción es cuando sus clientes los felicitan por lo limpio que mantienen su pequeño local.
Los días más difíciles para su negocio son los miércoles, porque las personas prefieren comprar lotería en vez de pescados.
Las temporadas en las que la venta de pescados tiene mayor movimiento son cuaresma y fin de año.
Para este hombre trabajador, el oler a mariscos no es inconveniente para ser feliz, porque lo que verdaderamente lo llena de alegría es tener un trabajo digno con el que pueda llevar la comida a su mesa.