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HEURISTICO
Despropósitos

Eugenia Toledo-Keyser | DIAaDIA
"Cómo coser las heridas sin tocar la carne"

Año Nuevo, vida nueva. Es tradición que con cada comienzo de año todos nos plantéemos nuevos propósitos; por lo general, no han pasado 15 días cuando ya los hemos olvidado. Pero esta vez estoy firme en mi propósito personal anual, me voy a portar diferente.

¡Qué importa que el año pasado me propusiera a aprender alta cocina y que a lo más que llegué fue a quemar todas las sartenes y pailas de mi casa! No hubo ensalada que no quedase sazonada con mi ADN; cortar vegetales con un filoso cuchillo sobre una blanca tabla de picar se ve tan fácil en la televisión, pero nada más cercano a verdad.

¡Qué importa que ya una vez me propusiera a convertirme en un disciplinado atleta! En aquella ocasión compré, de un solo tirón, el número de aparatos de gimnasio que me permitió mi tarjeta de crédito. La noche del mismo día de la compra, los utilicé todos. Al siguiente no pude presentarme a trabajar. Ni siquiera pude ir al médico. Simplemente, no podía levantarme de la cama. Me dolía cada músculo de mi cuerpo, cada hueso, cada órgano y cada cabello. ¡Ah! También cada uña de pies y manos. No he vuelto a tocar ninguno de esos aparatejos. Ni siquiera para cargarlos y venderlos, o para ubicarlos en un lugar donde no pueda verlos.

Pero ya lo dije, este año voy a ser diferente. Creo que estoy bien motivado para llegar hasta la meta el próximo diciembre, cuando se me ocurrirá otro propósito anual. O quizás no, tal vez me mantenga obstinado con el mismo. Me gusta mucho. Es tan simple que hasta asusta. Mejor les digo ya cual es: mi gran proyecto de este año, y si se puede un poco más allá del día 365, es que me propongo abandonar la angustia que me provoca pensar, y planear, y hacer promesas que me quitan el sueño y que nunca voy a cumplir. Simple, ¿verdad?





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