¡Peligro!, desaparecen las tradiciones. Es lo que está ocurriendo con los diablos congos de la costa atlántica. Con la llegada del mes de enero, en las calles de toda la ciudad de Colón, comunidades y poblados, los fines de semana, aparecía la figura del diablo con su látigo danzando. Los chiquillos, con pantalones gruesos, corrían de un lugar a otro para no sentir el látigo.
Con máscaras hermosas confeccionadas por ellos mismos, en los barrios, los chicos competían para ver cuál era la mejor, e inclusive buscaban el mejor barro para hacerla. Era el orgullo para quien jugara este juego tradicional de los negros cimarrones provenientes del Congo y Guineas, hechos esclavos por los españoles. Esta danza del diablo forma parte del baile del Congo, que es una burla al español esclavista y opresor y a la Iglesia que imponía sus rituales.
La ciudad estaba de fiesta desde enero hasta el Miércoles de Ceniza, cuando era el tradicional bautizo, en que el congo atrapaba al diablo que representaba el mal y al que se perseguía con sogas largas. Los captores, los congos, se vestían encima de sus disfraces con una manta blanca y con una cruz marcada en el centro, y llevaban al mal hasta la puerta de la catedral de la ciudad.
¡Qué fiesta!, es lamentable que hoy sólo se pueda apreciar parte de este ritual y baile en el Festival del Diablo y Congo en Portobelo.
"Se destruye o se limita nuestra cultura", expresó algo triste el sociólogo Raúl Leis, oriundo de la provincia de Colón, quien dijo que producto de la violencia y de la delincuencia, hoy, por seguridad, las autoridades no permiten en Carnavales el uso de las máscaras y de ciertos disfraces, porque allí se pueden esconder los que quieran cometer algún ilícito. Fueron días grandiosos, en los que las familias y los vecinos se unían para formar parte de esa fiesta, agregó Leis.
Las comparsas en Colón se realizaban por calle, se organizaban los vecinos, todos se disfrazaban, y los palenques de congos no faltaban en Calle 5.ª, Avenida Central. Otro factor que es una forma de violencia hacia nuestras tradiciones, aseveró el sociólogo, es que algunos medios de comunicación promueven, en sus programas, otras tradiciones o culturas. Muchas que no le hacen nada bien a nuestra sociedad.
TERROR
El miedo en las personas también evita que participen de estas tradiciones.
Muchas de estas comparsas, los Dandi, los Campesinos de Calle 4.ª, los Crispines de Calle 8, los Brasileros de Calle 7.ª, Los Soneros de Calle 5.ª y 6.ª, han desaparecido. Hoy, en estas calles suenan, cual lamentos, otros nombres que corresponden a pandillas.
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