Da pena saber que nuestro sistema carcelario, además de no servir para nada, porque no resocializa a ninguno de sus reos, tampoco sirve para mantenerlos en las celdas.
El nuevo gobierno se enfrenta al gran reto de demostrar una cosa mínima: que es capaz de mantener el orden. El ministro de gobierno, Héctor Alemán, le echó la culpa a los edificios, antiguos cuarteles que no nacieron con vocación de penal. Puede ser una explicación... Pero también es una forma de buscar la fiebre en las sábanas.
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