En la esquina caliente los roletazos pasan como rayos que pueden fulminar a cualquier pelotero. La necesidad de jugar mordiendo la grama le da una chispa de locura a ese arriesgado personaje, que expone su vida ante los fuertes y sólidos contactos con la pelota.

El "Último Guerrero" que lució su traje de combate en la tercera base fue Azael Domínguez, un jugador de mediana estatura, compacto, inteligente y siempre dispuesto a dar batalla a toda hora

"Cheli" Domínguez empezó su carrera en la categoría juvenil y de inmediato se hizo notar. Fue parte de la selección nacional y luego pasó al equipo mayor de Herrera, donde una rica historia de batazos y atrapadas le iba a dar la bienvenida.

Reemplazó a Bolívar Rodríguez, otro de los grandes de la pelota herrerana, y jugó bajó las ordenes de Darío Delgado, su primer mentor en la mayor. "Yo me tuve que fajar con los grandes, gracias a Dios tuve una bonita experiencia en la categoría juvenil y luego lo hice en la mayor", sostuvo Domínguez.

En su primer turno, en los torneos nacionales de la categoría mayor, Azael Domínguez sonó imparable al santeño Eugenio Fuentes y luego dio doblete a Felicio Solís, en el mismo partido. "Fue un debut para nunca olvidar", dijo Domínguez a Día a Día.

El béisbol fue parte de la vida de Azael Domínguez desde su primer contacto. Tuvo grandes maestros y según él, sus mejores mánagers fueron Rutilio Cedeño, Héctor "Lazi" de León y Darío Delgado.

"La disciplina es algo primordial en el béisbol, sin disciplina no somos nada y de estos señores pude aprender mucho", manifestó. En el plano internacional, cuando fue miembro de la selección, destacó mucho el trabajo de Carlos "Chico" Heron y Ramón "Monchi" Webster.

"El béisbol es un deporte que hay que meterle el corazón. Ser responsable, cuando nos metemos en algo, es para hacerlo bien, no se trata de vivir el momento, sino de hacerlo grande", agregó.

JONRONERO POR EXCELENCIA...
Azael Domínguez fue un verdugo con el aluminio. Una especie de exterminador de lanzadores, castigador de rectas y matador en lanzamientos rompientes.

Campeón de bate en 1979, líder en remolques en 1978 y jonronero en 1980, Domínguez aparece entre los mejores bateadores de la pelota panameña en su historia.

En su recorrido sonó 40 jonrones en sólo 169 partidos con la tropa herrerana y en su último turno, también dio para la calle. "Es verdad, me despedí con un jonrón, cuando jugaba mi último partido, fue ante Panamá Oeste, eso nunca lo voy a olvidar", acotó.

Amaba jugar en casa, el Rico Cedeño de la ciudad de Chitré. También se sentía bien jugando en el Juan Demóstenes Arosemena y en el José Antonio Remón Cantera de la ciudad de Aguadulce. No le agradaba el Justino Salinas y Kenny Serracín.

Disfrutaba enfrentar a Roy Blake, Ronaldo Montero, Justiniano Cedeño, por el reto que representaban.

El herrerano tuvo presencia en Juegos Centroamericanos, en Juegos Centroamericanos y del Caribe, Juegos Bolivarianos y en torneos mundiales.

Jugó junto a grandes figuras de su tiempo, incluyendo a jugadores de talla inmortal como Enrique Serracín, Pancho Gutiérrez, Juan Ruíz (El Pote), César Castillo (Copita), Julio Murillo y otros.

Hoy se dedica a su vida privada, su familia y a sus responsabilidades. Un toletero de altura, inspirador, líder, responsable y disciplinado, pero sobre todo, un gran guerrero en el terreno.

¡Viva el béisbol!