La familia es la primera y principal escuela del amor para los hijos, por lo tanto nadie ni nada puede reemplazar el valor de las conversaciones francas y honestas realizadas entre una madre o un padre y su hijo(a).
EL MOMENTO ADECUADO LO DECIDEN LOS HIJOS
Nosotros los padres debemos estar atentos, disponibles, cercanos, y si es posible, lo más preparados que nos sea posible. Es mejor respetar sus momentos y su intimidad, sin adelantarnos ni extendernos con explicaciones más allá de lo que requieren, ya que podríamos causarles algún daño.
A VECES ELLOS TIENEN DUDAS QUE DESEAN CONFIRMAR O CONVERSAR.
No necesitan una cátedra, menos aun si es sobre un tema del cual es posible que ya sepan bastante. En estos casos, lo que se sugiere es iniciar una grata conversación; ayudándoles a encontrar sus propias respuestas mediante preguntas que les permitan visualizar las consecuencias de cada acción consultada para su propia vida y las de los demás, en el supuesto caso de actuar en una u otra forma. (Especial importancia tiene este punto para tratar temas como adicciones, embarazo, relaciones sexuales, abuso de libertades...)
EL EJEMPLO DE UNA VIDA VALE MAS QUE MIL PALABRAS O EXPLICACIONES
Lo que los hijos han visto en el hogar durante sus vidas y las expresiones de afecto recibido de los padres en sus diversas formas, determina fuertemente su forma de actuar y de valorar lo que vean y escuchen de otros a futuro; como la forma en que ellos recibieron el cariño y amor de sus padres, o la ternura manifestada en gestos paternos y maternos, los que validan el aprecio al sentimiento de pertenencia (o dependencia mutua). Por otro lado, los influye también el cómo ellos vieron la aplicación de estas mismas conductas entre los mismos padres y como solucionaron o manejaron sus divergencias y desacuerdos para reconstruir y mantener sus lazos afectivos, cómo se expresaron y transmitían su efecto y cariño en forma física, con palabras, gestos y acciones, o cómo se cuidaban entre ellos... transmitiéndoles con ello el valioso mensaje: "Obras son amores". Ya que, no lo son las solas razones, palabras o buenas intenciones, menos aun nuestros simples buenos deseos.
ELLOS DEBEN SABER SER RESPONSABLES
Especialmente desde la adolescencia, es necesario reconocer su derecho a decidir por sí mismos: que son libres. Por lo mismo, es necesario que se sientan y sean responsables de sus acciones, pero considerando su falta de medios y de autonomía como para involucrarse en decisiones donde no puedan responder adecuadamente a sus posibles consecuencias. Deben saber el beneficio de respetar su propia vida (mental, biológica y espiritual), la que necesariamente sigue un curso natural en el tiempo, donde todo tiene su momento. Alterar los momentos puede alterar una vida para siempre, o al menos crear insospechadas dificultades y nuevas limitaciones.
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