Con el pasar de los meses, se dio cuenta de que el negocio iba para arriba y empezó a vender comidas; no fuera de la tienda del chino (como la hacía en un inicio), sino que trasladó la venta a su pequeño cuarto alquilado en Monte Rico.

Su cocina, cuenta Ruth, era muy pequeña y la estufa era de mesa. El día que comenzó a vender las comidas vendió nueve, al siguiente día unas 13 y así sucesivamente aumentaba la cantidad de comida que debía hacer, pues la demanda era tan grande, que se le hacían filas de personas que iban a comprar, por lo que tuvo que contratar a una ayudante.

SU HISTORIA
"Cada vez que cuento cómo comencé, no logro comprender cómo hice todo esto en un lugar tan pequeño", dijo Ruth, mientras miraba a su alrededor en el restaurante que hoy tiene.

Después de pasar un tiempo en su cuarto, decidió poner una fonda más formal, alquiló una patente y abrió su restaurante frente al centro comercial La Doña, en la 24 de Diciembre, éste se llamaba "Morir soñando". Allí, trabajó hasta que la dueña de la patente le comunicó que la necesitaba.

Ruth se vio en la necesidad de cambiar la razón social, por lo que ahora el restaurante se llama Delicias D’Sele. Allí, vende comida criolla, prepara comida por pedidos para fiestas, batidos de frutas y aún se extraña de cómo ella sola pudo levantar un negocio tan grande como el que tiene.

"Sólo la fe y la perseverancia llevan al ser humano a triunfar", de esta frase se aferró Ruth para lograr sus metas.

EMPLEADOS
El negocio de Ruth se ha vuelto tan próspero, que ya tiene 8 empleados, de ellos 7 son mujeres.