El pasado lunes 6 de diciembre de 2010, partí con mis padres y mi esposo rumbo a la ciudad capital, con el objetivo de llevar a mi papá a un tratamiento médico que creí sería sencillo; pero también lo hice con la idea de que ambos fueran a pasear y a participar de la boda, en primera instancia, de mi sobrina Sheyla y luego de la de Xenia. Dios sabe que así fue.
Lamentablemente, esos planes no los pude cumplir, como tampoco pude darles a mis padres ese nieto o nieta que de mí tanto esperaron; pero bueno, Dios sabe por qué hace las cosas.
Hoy, apenas hace 16 días, la familia Cádiz Franco despidió a nuestra madre, y ahora afronta otra de las pérdidas más dolorosas para cualquier ser humano que haya tenido la dicha y la bendición de tener a una mamá y a un papá tan buenos como lo fueron María Franco de Cádiz y Sixto Cádiz.
El pasado 3 de enero de 2011, agobiada profundamente por el dolor, por más que quise, no tuve la fortaleza para escribir ni mucho menos para pararme aquí a leer estas líneas; pero hoy, cuando aún no he tenido tiempo siquiera para asimilar el primer y duro golpe al corazón, y ya me llega esta difícil segunda prueba, decidí redactar este sencillo escrito porque no podía dejar pasar por alto lo valioso que fueron para mí y mis hermanos, estos queridos viejitos que, como seres humanos quizás no fueron perfectos, pero que nos dieron la vida y a pesar de todas sus limitaciones lucharon incansablemente por hacer de mí, de mis hermanos y hasta de algunos de sus nietos, personas honradas, honestas, respetuosas; en fin, personas de bien.
Para ti, mamá, que desde el cielo nos miras, y para ti, papá, que seguiste sus pasos y ya también pasaste a gozar de la paz del Señor, va este humilde tributo que la menor de sus hijas les quiso hacer.
Un acróstico para cada uno
MARIA
Madre como tú, solo hay una
Ángel de mi guarda
Reina de mi vida
Igualable a ti, ninguna
Amantísima María de los Ángeles que un día me diste la bendición de ser tu hija.
SIXTO
Serás por siempre un tesoro en mi vida
Infinita gratitud te tendré
X el resto de mis días
Tú, mi amado padre, Sixto Cádiz que,
Ochenta y cuatro años de amor y trabajo me regalaste.
Ahora solo me reconforta saber que aun después de su muerte, mis amados viejitos seguirán juntos, gracias a las gestiones de algunos colegas periodistas, que estando yo en Panamá hicieron los trámites necesarios para que esto fuera posible. A ellos, a mis amigos de la capital que me acompañaron y a todos los que aquí están presentes, especialmente a Mr. Robert y a mi tío Dídimo, nuestro sincero agradecimiento.
María Franco de Cádiz y Sixto Cádiz: Por siempre vivirán en nuestros corazones.
MIL GRACIAS y que Dios los bendiga.
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