Vivieron mil aventuras y pasaron cientos de peligros; contemplaron lugares preciosos y finalmente, encontraron Facilitonia. Todo estaba en calma, como si hubieran parado el tiempo. Les recibió quien parecía ser el único habitante, un anciano hombrecillo de ojos tristes.

- Soy el desgraciado Puk, el condenado guardián de los durmientes. El anciano explicó cómo los facilitones, en su búsqueda por encontrar la más fácil de las vidas, habían construido una gran cámara, en la que todos dormían plácidamente y tenían todo lo que podían necesitar.

Al despertar a uno de los durmientes para que contara los que vivía, resultó que sólo era un anciano en apariencia, pues hablaba y pensaba como un niño. Puk se sintió horrorizado, y despertó al resto de durmientes. Ninguno quiso volver a su plácido sueño, y el bueno de Puk, con gran paciencia, comenzó a enseñarles todo.

Al final, dio gracias por haber sido el único de todo su pueblo que había llegado a vivir de verdad.