Suena el timbre, son las 7: 00 a.m., inmediatamente el conserje cierra el portón recién pintado de uno de los colegios con mayor matrícula en la ciudad: el Instituto Comercial Panamá.
Más de 20 estudiantes quedaron por fuera, por llegar tarde al plantel. Tuvieron que esperar que terminara el acto cívico, común del primer día de clases.
A diferencia del año pasado, este plantel cambió su imagen con nuevas baldosas, un nuevo salón exclusivo para 40 computadoras, que fueron compradas con el dinero de los padres de familia, sin que el Ministerio de Educación aportara un centavo.
Además, se cambió el color de la pintura a crema y aún se sentía el fuerte olor de ésta, que a más de uno le molestaba.
Esta situación se dio en varias escuelas del país durante el primer día de clases.
Aunque este detalle pareciera no ser relevante, hay que tomar en cuenta que esto afecta la salud de los estudiantes en varios aspectos.
Según el doctor Álvaro Arosemena, el olor de la pintura fresca produce hiperactividad bronquial, mejor conocida como crisis asmática, y puede ocasionar mareos, dolores de cabeza y ganas de vomitar.
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