Desconcertados. Entre el bullicio de la gente, el irritante humo y la confusión de un incendio que lo consumió todo, Elixa Yolanda Asprilla, Magdaleno Bethancourt y su esposa Herminia Ramos buscaban, desesperadamente, a sus vástagos, que no aparecían.
Al alba, había informes de tres menores de edad calcinados, no se conocía la identidad, pero los corazones de estos padres tenían la certeza de que se trataba de sus criaturas.
¿La razón? El fuego empezó en la casa de la familia Bethancourt Ramos y sus vecinos, los Asprilla; además, por casualidades de la vida los habían dejado solos y dormidos para realizar unas diligencias.
Yolanda hoy llora la muerte de su inquieta Lauryn Xochil Núñez Asprilla, de 7 años; ella cursaba el segundo grado de la escuela Fe y Alegría.
Con evidentes quemaduras en sus brazos, esta madre tuvo la valentía de tratar de salvar a su hija, pero no pudo. Esa triste madrugada, ella se dirigía a matricular a su hermano en un colegio de la localidad; el reloj marcaba las 4: 40 a.m., cuando iba justo por la Lotería en un bus y una amiga la llamó para decirle que su casa estaba en llamas. Entre gritos se tiró del bus, pero llegó tarde. Aunque científicamente no se ha confirmado que los últimos huesos encontrados sean de la niña, sus lágrimas ya lo dan por hecho.
Caso contrario el de Herminia y Magdaleno, que ya les confirmaron la muerte de su hija Kiara Karina, de 14 años, una niña especial que cursaba el 8º grado en la Escuela Vocacional Especial (EVE), y de su sobrino Félix Asprilla, de 5 años, quienes estaban en la misma pieza.
Doña Herminia no se resigna, pero se reconforta contando que a su niña le gustaba mucho estudiar y era muy inteligente, pese a que tenía retraso mental.
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