Ayer, Nilbe Rubielo estaba atrás de su casa con una manguera tirándole agua al césped. Ella contó que el fuego empezó a las 12:00 p.m. y la brisa hizo que las llamas tomaran fuerza y se expandieran rápidamente. A las 3:26 p.m. llegaron los camisas rojas, que llevaron un carro de extinción y un tanquero.

Niños y adultos trataban de apagar las llamas para que no cruzaran hacia sus residencias.

Matilde Barrios, del departamento de Desastre Ambiental ANAM, dijo que las pérdidas en la flora y fauna son irreparables.