Orgulloso de portar el uniforme. Desde que era un niño, Sebastián Ibarra jugaba a los "policías y ladrones"; ahora su trabajo no es un juego, pues él es un policía de verdad y con 18 años de experiencia.
El trabajo de este sargento es bastante arduo y muy sacrificado, según sus propias palabras, "pues solamente con ponerte el uniforme estás arriesgando tu vida y muchas veces por personas que no conoces". Pero aun así, él le pone empeño y ganas a su trabajo para que sea el mejor por el bien de la comunidad.
Al ver el abuso que se vive en los barrios marginados por parte de los delincuentes, Ibarra decidió ser policía. Su madre siempre lo bendice y su esposa siempre le dice que se cuide, pues sus hijos los esperan.
Hace ocho años trabaja en la Zona Policial de San Miguelito, donde tiene un rango jerárquico en el que sus superiores le dan la facilidad de desenvolverse en esta zona que es muy conflictiva, y en la que incluso han asesinado a policías.
"Yo le digo a mis compañeros que le dediquemos nuestra labor a Dios, que sea Él quien ponga las manos ante todo". Este uniformado lamentó que la violencia haya llegado a los hogares, pero hay que pensar en salir de ese hoyo e integrarse a la Policía para que sus vidas cambien de una forma radical.
Finalmente, aprovechó para enviarles un mensaje a sus compañeros que ayer celebraron el Día del Policía para que sigan trabajando para la comunidad y para Dios.
BUEN TIRADOR
El sargento Ibarra participó en la competencia de tiro, donde obtuvo el tercer lugar como el disparador más rápido entre más de 90 unidades.
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