"Antes que hacer colección de mis versos me gustaría hacer colección de mis acciones." José Martí
Después de la aparición de los cinturones de seguridad en los autos hubo más accidentes que antes. La gente, confiada en el instrumento, tenía menos miedo a ir a mayor velocidad, confiados en que el cinturón los protegería...no resultó así. ¿Cuál será la moraleja? ¿Que sin riesgo no hay progreso? ¿O que acompañando el crecimiento tecnológico crece la estupidez? Como decía mi tío Jaime: Quiero pensar que no es así. Pero siempre hay un bendito pero.
Cuando otro asume el riesgo de nuestros actos, nos hacemos imprudentes. Imaginemos que fuera a otro a quien le doliera la cabeza después de una borrachera nuestra. ¿Cómo nos comportaríamos? ¡La eterna borrachera! ¿Sí? ¿O aprenderíamos a ver lo que estamos provocando en el otro?
De repente, allí está el detalle, en la capacidad de sentir lo que siente el otro y olvidarnos de adagios como aquel que dice cada cabeza es un mundo, porque resulta ser que no es verdad, nuestras acciones siempre tienen efecto sobre las vidas de otros; sea porque los afectamos indirectamente, sea porque se quedan esperando nuestro actuar.
Sigamos el ejemplo de la borrachera y el dolor de cabeza; si cada vez que yo bebo, otro sufre la resaca, eso significa que cuando otro sea el bebedor yo seré el sufriente. Entonces, ¿qué? Buscaré un garrote para evitar que ese otro beba y ese otro se armará para lo mismo, ¿el final?, dolor de cabeza para ambos, producto de los tucazos. ¿Es necesario llegar a esos extremos de evidente estupidez? ¿No es más lógico y hasta más fácil vivir sin fastidiar? Las respuestas correctas son no y sí, respectivamente. Pero sé que lo correcto no implica cumplimiento de parte de las masas. Así que sólo me queda por decir una cosa. Una simple y sencilla declaración: ¡Deje de ser de la masa!
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